¿Espionaje? ¿Cifrado? ¿Antivirus? ¿Intimidad? ¿De qué va esto?

Hace poco mi compañero Josep Albors también escribió sobre el tema del espionaje. Magistral, como siempre. Llevamos una temporadita de cuidado con el tema de los espionajes. EE.UU. espía a Europa, Europa a EE.UU.; Alemania a Francia, Francia a Alemania… Esto cada vez se parece más a una novela barata de la posguerra. Pero política aparte, ¿de qué va esto del espionaje y contraespionaje?

Seamos consecuentes y miremos con un poco de perspectiva las cosas. Cualquier país ha intentado espiar a otros desde tiempos inmemoriales. Estoy convencido de que algún pitecántropo se acercaba a la cueva de la tribu de al lado a ver cómo hacían la comida. Y los espiados miraban a ver cómo cazaban. Tener información del enemigo ha sido siempre una gran ventaja en la guerra, la política y el comercio. Vamos, que no es nada nuevo.

Cifrado: Definición

Pero para evitar que los mensajes que se transmiten entre los mandatarios de un país sean interceptados, se inventó el cifrado. Es decir, “transcribir en guarismos, letras o símbolos, de acuerdo con una clave, un mensaje cuyo contenido se quiere ocultar”. Así, si alguien que desconoce la clave intenta leer el mensaje, sería incapaz de hacerlo. O al menos teóricamente.

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Uno de los sistemas de cifrado más antiguos que se conoce es el llamado “César”, parece ser que porque fue Julio César su inventor. Consistía en reemplazar cada letra de un mensaje por otra letra que esté un determinado número de posiciones en el abecedario. Así, ESET se podría convertir en FTFU, siendo cada letra la siguiente.

Este sistema ha dado pie a numerosas coincidencias, desde el ordenador “HAL 9000” de la película 2001: Una odisea en el espacio que se convertiría en “IBM” o el sistema VMS de Digital, que se convertiría en WNT de Microsoft; ambos cambiando cada letra por la siguiente en el alfabeto.

El sistema de cifrado que se emplee depende de la necesidad de no ser interceptado. En la época de Julio César, el mero hecho de cambiar unas letras por otras ya suponía una dificultad grande, más aún si no conoces el sistema. E incluso conociéndolo, llevaría algo de tiempo descifrar el mensaje.

Hoy en día los sistemas de cifrado son muchísimo más complejos que los usados por las legiones romanas. Se emplean sistemas matemáticos complejos, con claves de cifrado inmensas, que impiden a los ladrones de información descifrar cómodamente los mensajes. O al menos, en un tiempo prudencial. No existe mensaje indescifrable, simplemente poca capacidad de cálculo.

Rompiendo el cifrado

Con todo lo dicho, ¿el espionaje entre países podría haberse evitado? No, radicalmente, no. Basta pensar que cuando se empezó a comercializar en 1992 el sistema de telefonía GSM, incluía el sistema de cifrado “A5/1”, que se consideró suficientemente robusto. Pues en 2003 ya se pudo descifrar, y desde 2006, prácticamente en tiempo real.

Cualquier sistema de cifrado es descifrable, solo hace falta tiempo y dinero. O si haces trampas, como parece que determinados algoritmos de cifrado incluyen  por mandato del gobierno estadounidense, es aún más sencillo.

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Parece lógico pensar que todas las comunicaciones en el mundo, y más las de los dirigentes políticos, deberían estar resguardadas por unos buenos sistemas de cifrado. Sí, no serán indescifrables, pero quiero pensar que nuestro CNI, la NSA de Estados Unidos, el SI argentino, el Mossad Israelí o cualquier otro sistema de inteligencia nacional podrá desarrollar un sistema de cifrado capaz de hacer que un mensaje sea suficientemente seguro, al menos durante un tiempo suficiente como para que el mensaje haya perdido actualidad en cuanto sea descifrado.

Incluso los usuarios más “normales” de un ordenador, como somos la mayoría de nosotros, podemos disfrutar de una cierta intimidad en nuestras comunicaciones con programas que se encargarán de cifrar la información que entra y sale del PC. Los hay caros y muy buenos, pero también los hay baratos e incluso gratuitos, que las cosas no están como para mucho gasto.

Consejos

Eso sí, seamos consecuentes con la seguridad. Si decidimos que no queremos que Merkel, Obama o Rajoy se enteren de lo que decimos a través de Internet, hay que tomar una serie de medidas adicionales, sin las cuales estaremos perdidos.

En primer lugar, usa un buen antivirus. Sí, esto es vital. Si cifras tu comunicación y en ella hay un virus o cualquier tipo de código malicioso, estarás también cifrándola, y los antivirus que intenten analizarla por el camino no servirán de nada. Si estás ocultando información a las miradas indiscretas, lo estás haciendo también a los antivirus.

Evita por todos los medios emplear canales de comunicación inseguros. Una red Wi-Fi pública es lo peor que puedes usar, eso es obvio, pero además deberíamos tener cuidado con nuestro proveedor habitual de Internet. Es decir, la empresa que nos pone la fibra o la ADSL en casa o la empresa. ¿Es de fiar? ¿Está pasando información a terceros? Sí, lo sé: eso es imposible de comprobar. Nunca lo sabremos.

¿Usas “la nube” para almacenar información? Si es así, comprueba dónde están los servidores de almacenamiento, no vaya a ser que “sin querer” estén en territorio extranjero y tus datos estén viajando, directamente, “al enemigo”.

Por último, nunca transmitas nada mediante “apps” o redes sociales de las que no sepas perfectamente qué uso dan a tus datos. Aunque la respuesta sea “no”, la pregunta es básica: ¿conoces completamente los acuerdos de uso de Twitter, Facebook y demás? Léetelos y te llevarás una desagradable sorpresa. Eso sí, son largos y tediosos, espera para hacerlo a una larga tarde de invierno, mientras llueve fuera y acaricias el lomo de tu gato saboreando una copa de coñac delante de la chimenea.

Fernando de la Cuadra

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