Aprendiendo con papá

Hace unos días, aprovechando el buen tiempo del verano, un amigo y yo quedamos para vernos, que hacía ya demasiado tiempo que no sabíamos el uno del otro. Qué bueno es encontrarse con viejos amigos, la ecuación se verifica siempre: una cerveza+viejas historias=risas aseguradas. Hasta que, como siempre, empezamos a hablar de trabajo. Mi amigo trabaja en un banco, y tiene la ventaja de que, tal y como está la situación de animadversión a los bancos, procura contar poco de lo que hace.

Lo malo es que llega la frase que más tememos los que nos dedicamos a la informática: “Perdona, pero tú que sabes de ordenadores…” A continuación, puede aparecer una pregunta sobre lavadoras, cómo ordenar canales en la tele nueva o qué hacer con la luz que se le ha encendido en el salpicadero del coche.

En este caso la sorpresa fue mayúscula. Quería saber cómo evitar que su hijo, de 11 años, pudiera correr riesgos ahora que empieza a interesarse por Internet y a tener amigos ya metidos en redes sociales.

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Y no buscaba un consejo como padre, que también lo soy, sino que quería un programa “o algo” que pudiera proteger a su hijo mientras navegaba. La vena comercial saltó inmediatamente y le canté las alabanzas de ESET NOD32 Smart Security y su maravilloso y sin par, a la vez que impresionante, control parental.

Le gustó mucho, pero la frase que me dijo a continuación me dejó helado: “Así que ya podría dejarle con el ordenador y yo dedicarme a mis cosas”. No, no, ¡no!

Sí, de acuerdo, ESET NOD32 Smart Security puede ayudarte. Pero si empezamos a pensar que un chaval puede dedicarse a navegar por Internet simplemente porque hemos instalado un sistema de control parental y un antivirus, estamos muy equivocados.

Demos la vuelta al concepto. El chaval quiere aprender a montar en bicicleta. Bueno, a sus 11 años sabe perfectamente, pero pensemos en el momento en el que le quitamos los ruedines traseros a su bici. ¿Qué hemos hecho los padres? ¿Dejarle a su suerte? Nosotros también aprendimos a montar en bici, y sabemos que se van a caer, se van a hacer heridas, van a llorar, y como sea un día malo, podemos tener que hacer una visita al médico para que le pongan una escayola. ¡O al dentista!

Lo que nos ha tocado a todos los padres (entendido como binomio padre/madre) es pasarnos un buen número de tardes en el parque agachados sujetándoles la bici, diciendo “no te tumbes”, “mira al frente, no a la rueda”, “¡frena!” y “¡¡no frenes tantoooooo!!”. Llegamos a casa con la espalda hecha trizas y un niño llorando con una herida en el codo.

Pero con Internet, les dejamos un ordenador y listos, que para eso son “nativos digitales”. Ellos se desenvuelven bien con el ordenador y la tablet, no pasa nada. Les estamos dejando la bicicleta en mitad de una autopista para que aprendan a montar solos.

Sí, es muy cómodo pensar que en la seguridad del hogar nada les va a afectar con un ordenador. Pero no debemos hacerlo. Tendremos que pasarnos mucho tiempo con ellos, mirando qué hacen, cómo lo hacen, y dándoles consejos. Es posible que nos aburramos con lo que hacen, pero ver cómo un niño aprende a montar en bicicleta no es muy divertido tampoco.

Y si lo que nos pasa es que no sabemos qué está haciendo nuestro hijo, podemos aprovecharnos de ciertos programas de control parental, que nos van a ayudar. Pero nunca debemos dejarlos solos delante de la pantalla ni con la bici. Una vez que hayan aprendido y sepamos cómo se desenvuelven, podremos empezar a pensar en su autonomía, siempre con cuidado. Y quizá en el futuro ganen el Tour de Francia… ¿o no?

Fernando de la Cuadra

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