Con la llegada del verano, las pantallas ganan protagonismo en el día a día de niños y adolescentes, con un uso más intensivo de redes sociales y plataformas digitales. Para muchos adolescentes, este periodo no solo representa descanso, sino también una exposición mayor a dinámicas que pueden generar ansiedad, frustración o baja autoestima. Entre ellas, el miedo a quedarse fuera de las experiencias de su entorno social online, conocido como FOMO (por sus siglas en inglés Fear of Missing Out), se consolida como una de las más preocupantes.
Ante este contexto, ESET, compañía líder en ciberseguridad, recuerda que el incremento del tiempo de conexión puede amplificar esta sensación de exclusión y advierte sobre los riesgos asociados a este fenómeno. Con el objetivo de prevenir consecuencias emocionales y de ciberseguridad, la compañía ofrece una serie de pautas para que familias y educadores puedan detectar el FOMO a tiempo y acompañar a los jóvenes hacia un uso más consciente, equilibrado y saludable del entorno digital.
Más que una moda: el FOMO y su efecto en la salud emocional y digital de los jóvenes
El miedo a perderse algo se manifiesta cuando un adolescente siente ansiedad al ver que otros disfrutan de experiencias sin su participación. En redes sociales, donde la imagen idealizada de la vida ajena se impone, este sentimiento se intensifica. Durante el verano, cuando abundan los viajes, los planes con amigos o los eventos compartidos online, la sensación de exclusión puede ser más aguda.
Un estudio reciente, elaborado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) en colaboración con la Universitat de València y la Universidad del País Vasco, ha analizado el alcance del FOMO en el contexto digital entre adolescentes españoles. El estudio, que recoge datos de más de 3.500 jóvenes de entre 11 y 14 años procedentes de 34 centros educativos en 11 comunidades autónomas, identifica una relación significativa entre el miedo a quedarse fuera y comportamientos digitales problemáticos. Entre ellos destacan el uso compulsivo de redes sociales, la nomofobia (ansiedad por estar desconectado del móvil) y la dependencia de videojuegos online.
Entre los datos más relevantes del estudio, destaca que el 90,7 % de los jóvenes españoles utiliza redes sociales y que el 100 % de los encuestados posee móvil propio, lo que refleja una hiperconectividad generalizada desde edades muy tempranas. El análisis también muestra que quienes pasan más tiempo conectados o interactuando en redes presentan niveles significativamente más altos de FOMO, especialmente en comparación con aquellos que no utilizan estas plataformas. Además, el fenómeno afecta de forma más intensa a las chicas y a los mayores de 13 años, en quienes se observa una evolución progresiva del FOMO a medida que avanzan en su etapa educativa. Esta combinación de factores sitúa a este grupo como especialmente expuesto a consecuencias emocionales negativas y a riesgos vinculados al entorno digital, como el ciberacoso, la sobreexposición o la necesidad constante de validación externa.
FOMO, ansiedad y riesgos digitales en la adolescencia
Aunque el FOMO se asocia habitualmente a malestar emocional, sus consecuencias también afectan al ámbito de la ciberseguridad. ESET recuerda que la necesidad constante de conexión y validación puede incrementar la exposición a contenidos inadecuados, el riesgo de ciberacoso o grooming, y favorecer la sobreexposición personal. Además, los jóvenes más vulnerables pueden ser más proclives a aceptar solicitudes de desconocidos, caer en campañas de phishing o compartir datos sensibles sin ser plenamente conscientes de las consecuencias.
“El FOMO no es solo una cuestión emocional, también representa una puerta de entrada a múltiples riesgos en internet. Por eso es tan importante que padres, madres y educadores entiendan el fenómeno y dispongan de herramientas para abordarlo, sobre todo en épocas como el verano, donde la hiperconectividad es aún mayor. Sabemos que el miedo a quedarse fuera lleva a muchos adolescentes a pasar más tiempo conectados, compartir más información personal o interactuar con contenidos y perfiles sin valorar los riesgos. Este comportamiento, si no se gestiona adecuadamente, puede derivar en una mayor exposición al ciberacoso, al sexting o incluso a amenazas como el grooming. Concienciar y acompañar desde la educación digital es clave para reducir esta vulnerabilidad y fomentar un uso más seguro y equilibrado de la tecnología entre los más jóvenes”, explica Josep Albors, director de investigación y concienciación de ESET España.
Acompañar sin prohibir: estrategias prácticas para reducir el FOMO
ESET insiste en que acompañar no significa vigilar ni prohibir, sino fomentar una relación más sana y consciente con la tecnología. Para ello, recomienda:
· Hablar abiertamente sobre el contenido que los menores consumen o siguen en redes sociales.
· Identificar cuentas o perfiles que generen sentimientos negativos, y sustituirlos por otros que promuevan creatividad, inspiración o bienestar.
· Cuestionar la aparente perfección de lo que se muestra online, recordando que las redes no reflejan la vida real en su totalidad.
· Fomentar actividades fuera de pantalla, especialmente durante el verano, que refuercen la autoestima sin necesidad de validación externa.
· Crear acuerdos familiares sobre el uso de dispositivos, consensuados y adaptados a la edad de los hijos, que incluyan espacios sin tecnología.
· Equilibrar la interacción digital con pausas conscientes y descanso del entorno online.