Dentro de la política de educación a menores en el buen uso de las nuevas tecnologías que desde ESET España realizamos como parte de nuestras acciones de responsabilidad social, en ocasiones tenemos que hablar de temas delicados que preocupan a los menores y a sus padres y educadores.
Uno de los casos que observamos que padecen cada vez más menores (y algún adulto) son los de ciberacoso con un propósito sexual o sextorsion (por como se le conoce a esta práctica en inglés). Pero, ¿en qué consiste exactamente este tipo de ciberacoso?
Sextorsión. ¿Qué es?
Según explica nuestro gran amigo Angelucho en su blog, “entendemos por sextorsion o Sextorsión al Ciberacoso de carácter sexual, que se lleva a cabo mediante la combinación de campañas de chantaje y acoso originadas a partir de la utilización de imágenes eróticas o pornográficas en las que aparece la víctima acosada. Por lo tanto, hablamos de un abuso sexual virtual”. Una vez aclarado el concepto, resulta vital conocer cómo el acosador consigue el material con el que extorsionar a la víctima y reclamarle fotos más explícitas.
Normalmente la víctima produce el material comprometido por voluntad propia, ya sea para enviárselo a su pareja o colgarlo en un perfil de una red social para que lo vean las personas que ella decida. El problema es que esta supuesta privacidad no es tal y muchas de estas fotografías privadas terminan en manos de desconocidos o compañeros de clase con malas intenciones. Es importante destacar que el ciberacosador muchas veces se gana la confianza de la víctima para obtener este tipo de material o incluso llegar a mantener relaciones sexuales reales o virtuales con la víctima.
También puede darse el caso de que la víctima no difunda de forma voluntaria este tipo de material comprometido y sea el ciberacosador el que se encargue de obtenerlo, ya sea a través de webcams en dispositivos infectados o accediendo de forma no autorizada a alguno de los dispositivos de la víctima donde almacene material de este tipo.
De cualquiera de las dos formas, este tipo de material termina en manos del ciberacosador, quien puede usarlo para uso privado o compartirlo con otros ciberacosadores que suelen encontrarse en redes de contenido pedófilo.
Acosadores y acosados: fases del ciberacoso sexual
A pesar de ser un tipo de ciberacoso relativamente nuevo, no son pocos los menores que lo sufren. El perfil del acosador también es muy amplio y entre ellos encontramos a personas de cualquier edad, género o status social. La proliferación de todo tipo de redes sociales y métodos de comunicación online les ha proporcionado además unas herramientas muy útiles para contactar con menores y mantener un supuesto anonimato. El perfil de la víctima sí que está más definido y la mayoría de veces suele ser una adolescente, si bien se dan casos entre personas de cualquier edad y género.
Cuando el caso de ciberacos involucra a un adulto y un menor, el primero suele llevar a las víctimas por diferentes fases. Una primera fase de contacto donde busca a su víctima en aquellos sitios en los que suele relacionarse con otros usuarios (chats, redes sociales, juegos online, etc). A continuación, el ciberacosador intenta ganarse la confianza del menor para obtener la mayor cantidad posible de información de la víctima. Para conseguirlo, el ciberacosador intenta seducir al menor con regalos o juegos y, de esta forma, obtiene el material con contenido sexual del menor.
Es cuando el adulto ya a ha conseguido este material privado del menor cuando se producen las primeras amenazas con la finalidad de obtener más material de este tipo. En caso contrario, el adulto amenaza con difundir esta información privada del menor. Es en esta fase cuando suelen darse a conocer los casos de ciberacoso sexual y donde el menor debe recibir el máximo apoyo posible como víctima que es. En caso de no recibir este apoyo, el menor corre el peligro de entrar en una espiral de culpabilidad y, en casos extremos, llegar a quitarse la vida.
En ocasiones puede darse el caso de que el acosador es otro menor y quiere obtener material sexual de otros menores por haber descubierto su propia sexualidad de forma no natural y querer experimentar aunque sea forzando a otros menores. Ha habido casos incluso en los que un menor ha llegado a acosar sexualmente a un adulto para obtener algún beneficio económico.
Como adultos preocupados por la seguridad online de nuestros menores debemos aprender a detectar estos casos tan pronto como se produzcan y actuar en consecuencia. Es por eso que, a continuación, proporcionamos unos cuantos útiles consejos:
Cubrir las cámaras web
Aunque muchos crean que con tapar la webcam del portátil es suficiente, hay que tener en cuenta que este tipo de dispositivos han proliferado mucho en los últimos años. Tenemos cámaras web en nuestro ordenador de sobremesa, en nuestro portátil, móvil, tablet, consola de videojuegos, televisor e incluso en dispositivos de vigilancia de bebés. Si nos preocupamos de taparlas o desactivarlas cuando no estemos usándolas, nos podemos ahorrar más de un disgusto.
Supervisar el uso de los dispositivos que hacen nuestros hijos
Por supervisar entendemos utilizar con ellos los dispositivos, aprender al mismo tiempo que ellos y descubrir las bondades de Internet juntos. Hasta no hace mucho (e incluso actualmente) se seguía recomendando ubicar el ordenador que usaran los menores en una sala común como el salón. Con la aparición de todo tipo de dispositivos móviles este consejo quedó obsoleto, puesto que los menores pueden acceder a Internet y conocer a otros usuarios desde cualquier dispositivo en cualquier lugar.
Es importante que, como adultos, nos involucremos en su aprendizaje y no utilicemos los dispositivos como mero entretenimiento para que nos dejen un rato en paz. Esta actitud solo trae problemas, puesto que, a edades tempranas, los menores no son capaces de pensar en las futuras consecuencias que sus acciones pueden acarrear. Si adoptamos una actitud de interés por saber lo que hacen y cómo se desenvuelven con la tecnología tendrán menos posibilidades de ser engañados por un ciberacosador.
Diferentes capas de seguridad
Como adultos y responsables de adquirir y gestionar los dispositivos que utilizarán nuestros hijos, también nos hemos de preocupar de la seguridad de estos. La utilización de contraseñas seguras, actualizar periódicamente el software encargado de controlar los dispositivos o el uso de un antivirus o cortafuegos si es posible pueden ayudar a protegernos.
No obstante, no debemos asumir que esta tecnología nos protegerá pase lo que pase. Como usuarios debemos poner de nuestra parte o estaremos tan vulnerables como al principio.
El dialogo con nuestros hijos es vital
Tan importante o más que establecer medidas de seguridad en los dispositivos usados por los menores es hablar con ellos y hacer que confíen en nosotros para que nos consulten o comenten cualquier duda o problema que se encuentren por Internet. En los casos de ciberacoso sexual, el menor siempre es la víctima y como tal hemos de ayudarla.
Denuncia el ciberacoso
Independientemente de si se produce en la calle, en la escuela o en el domicilio familiar, el ciberacoso es un delito y como tal se ha de castigar. No restemos importancia a este tipo de actividades delictivas pensando que es solo un juego de niños o problemas típicos de la edad que desaparecen con el tiempo.
Si este tipo de ciberacoso se produce en un centro educativo, se ha de poner en conocimiento a los responsables para que tomen las medidas oportunas y detectar al causante de este problema. En aquellos casos que puedan ser considerados como graves, tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil disponen de personal para atender este tipo de casos y denuncias.
No obstante, nunca nos cansaremos de repetir que lo mejor en estas situaciones es prevenir, ya sea siguiendo estos consejos o los muchos que nos ofrece Angelucho en su libro gratuito X1Red+Segura. El ciberacoso sexual es un problema serio, pero concienciando y educando, entre todos podremos hacerle frente.
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