Cuando estamos a punto de terminar el trimestre escolar es hora de echar la vista atrás y analizar las situaciones con las que nos hemos encontrado en los no pocos centros educativos que hemos ido visitando estos últimos meses. Han sido cientos los alumnos con los que hemos podido charlar sobre privacidad, seguridad y ciberacoso en Internet y conocer de primera mano cuáles son sus preocupaciones, pero también las de sus padres y profesores.
No han sido pocos los adultos que nos han comentado en las charlas sentirse desbordados e impotentes para atajar todos los peligros a los que los menores (y ellos mismos) se exponen en Internet si no se toman las debidas precauciones. Es por eso que queremos echar una mano desde este humilde blog para que, siguiendo una serie de consejos, podamos disfrutar de lo que Internet y la tecnología nos ofrece.
Para empezar, hay que conocer cómo se originan los problemas en Internet, centrándonos en dos casos en concreto: el abuso online de menores por parte de ciberdepredadores y el ciberacoso en las escuelas, dos temas muy relacionados con la privacidad de nuestros datos online. En la mayoría de casos, tanto si es un adulto como si es un menor quien molesta u obliga a nuestro hijo a que realice acciones en contra de su voluntad, estos han realizado el primer contacto a través de alguna red social o lugar en el que se relacionen menores (salas de chat, juegos online, etc.).
En este artículo vamos a centrarnos en aprender a proteger a nuestros hijos de los ciberdepredadores que pululan por Internet, dejando para tratar más adelante los casos de ciberacoso en el entorno escolar.
Contactando con menores online
Este punto es importante puesto que muchos menores restan importancia a la publicación de datos privados que pueden ser utilizados en su contra por parte del acosador. Cualquier dato, por muy pequeño que nos creamos que sea, puede ser utilizado en nuestra contra y, a la hora de crear un perfil en una red social, deberíamos proporcionar la menor cantidad de datos posibles y limitar quien tiene acceso a ellos mediante las opciones de privacidad.
Centrándonos en el abuso de menores online por parte de ciberdepredadores adultos, en demasiados casos la información privada que publican los menores en las redes sociales permite obtener a estos individuos localizar presas fáciles. Alguien que no tiene reparo alguno en publicar fotos suyas enfrente de un espejo o en la playa luciendo tipo puede convertirse en una víctima potencial de un ciberdepredador. El uso de la ingeniería social (el arte de manipular a otras personas sin que estas se den cuenta para que nos den información privada) juega un papel muy importante y victimas con una autoestima baja pueden encontrarse compartiendo experiencias privadas con un desconocido solo porque este les ha hecho caso o simplemente se digna a conversar con ellas.
Detectando el peligro y actuando en consecuencia
Una vez el ciberdepredador ha realizado el contacto con el menor pueden pasar varias cosas. Se puede dar el caso de que en el primer contacto este adulto ya pida al menor que le proporcione material con contenido sexual, algo que es fácil de detectar y que debemos comentar con nuestros hijos para que nos avisen cuando se encuentren con alguien que les molesta de esta forma. Precisamente para detectar este tipo de ciberdepredadores se crean programas como Sweetie, la niña virtual creada por investigadores holandeses pertenecientes a la ONG Terre des Hommes.
Gracias a este programa con aspecto de niña filipina de diez años, los investigadores fueron capaces de identificar a 1000 pedófilos durante un periodo de 2 meses, de los más de 20.000 que contactaron con Sweetie. La niña virtual se encontraba en salas de chat donde los adultos contactaban con ella y empezaban a solicitarle imágenes sexuales o le obligaban a que conectase la webcam, alguno de ellos llegando incluso a ofrecerle dinero. Los datos de los pedófilos que lograron ser identificados incluían, nombres, fotos y direcciones, datos que fueron entregados a la Interpol con la esperanza de que alguno de estos ciberdepredadores pague por sus delitos.
No obstante, el caso de Sweetie es un caso aislado y, por desgracia, la mayoría de ciberdepredadores logran contactar con menores en Internet. El peligro de verdad empieza cuando el ciberdepredador logra obtener imágenes con contenido sexual de la víctima, obligándola a que produzca más imágenes o vídeos de ese tipo si no quiere ver como difunde las que ya tiene en su poder. Es en este punto cuando se descubren la mayoría de casos y es también en este punto cuando los padres son más necesarios que nunca.
No podemos dejar que la rabia o la impotencia nos nuble el conocimiento. El menor ha sufrido una violación de su privacidad y debemos está ahí para ayudarle. Él es la víctima y no se le puede pedir ninguna responsabilidad porque ha sido engañado como lo hubiéramos podido ser cualquier de nosotros. Una vez dejado claro este punto debemos proceder a recopilar el mayor número de pruebas que puedan ayudarnos a identificar al ciberdepredador. En este punto la recopilación de correos, conversaciones previas, fotos, vídeos o cualquier otro fichero que haya podido enviar el ciberdepredador a cualquiera de los dispositivos que el menor tenga acceso (ordenador, móvil, tablet, videoconsola, etc.) resulta vital.
Es importante actuar con rapidez, puesto que el ciberdepredador puede haber instalado previamente una herramienta de control remoto del dispositivo del menor y, si descubre que hemos detectado el abuso, puede intentar borrar remotamente cualquier evidencia que lo delate. Si no se sabe cómo actuar o no se dispone de los conocimientos adecuados, lo mejor es llevar los equipos utilizados por la víctima a la Policía Nacional o Guardia Civil puesto que estos cuerpos policiales cuentan con unidades especializadas para tratar estos casos.
A partir de ese momento todo nuestro apoyo debe de ser para la víctima para que no caiga en un estado de depresión que pueda llevarle a causarse más daño. En ocasiones será la necesaria la ayuda de expertos o psicólogos, pero toda acción es poca para conseguir que esta mala experiencia no tenga peores consecuencias.
Medidas preventivas a adoptar
El principal consejo que podemos dar es la educación de los menores para que reconozcan los signos de que están siendo víctimas de un posible abuso online. Si saben distinguir estos signos e informar a un adulto responsable, se pueden evitar la mayoría de problemas. Todo esto lleva un tiempo, claro está y se ha de ser constante. Por suerte, existen una gran cantidad de recursos online con guías y ayuda para menores de todas las edades, padres y profesores. Algunas de estas webs son:
– Oficina de seguridad del Internauta
ESET también dispone de una serie de recursos online englobados dentro la fundación Securing our e-city. Algunos de los recursos destinados a la protección online de los menores pueden encontrarse también en español y son de gran ayuda para padres, profesores y menores.
Entendemos que la comunicación con los menores puede ser difícil a veces, especialmente con adolescentes pero es vital que la comunicación fluya en ambos sentidos y aprendan a reconocer comportamientos inadecuados o las consecuencias negativas que puede tener una mala gestión de la privacidad. Eso no quita que los menores deban disponer de un espacio privado en el cual relacionarse con sus amistades pero como padres o educadores debemos recordarles que, ante cualquier duda o problema con su privacidad online, pueden acudir a nosotros para obtener consejo, igual que se lo damos para cuando salen a la calle sepan como comportarse.