De cómo gestionar la intimidad en Facebook y otras gracias y desgracias que pudieren acontecer con aquesta red social

“Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto”

Lope Félix de Vega y Carpio

¡Cuán grandes son las oportunidades que la tecnología nos brinda hoy en día! ¡Sorpréndanse las gentes de lo pequeño que se vuelve el orbe ante las nunca vistas antes redes sociales! Nadie osará negar que invenciones como Facebook nos regalan ignotas posibilidades de comunicación con nuestro prójimo, sea éste próximo o allende los mares.

Sin embargo, voto a bríos, nunca en los tiempos se vio cómo osamos aventar nuestra vida ante supuestas amistades, fraternales conocidos e incluso, pardiez, aquellos que sin quererlo o bien deseándolo, se encargan de dirigir encomiablemente nuestros destinos laborales.

quevedo

Sí, amados lectores, hablando estoy de las vicisitudes a las que se ven sometidas nuestras vidas en cuanto las hacemos  públicas en Facebook, sin duda desconocedores de los peligros que nos pueden acechar por el simple hecho de hacer público, como necesario pregón municipal, nuestras más íntimas cuitas.

Multiplícanse en mucho los peligros cuando nuestros más amados infantes son los que desvelan determinados capítulos vitales que nunca, en caso de ser maduros adultos, atreveríanse a manifestar. Sí, queridos lectores, ellos son los que sucumben a la más inmediata diversión sin meditar las inefables consecuencias de unos actos a priori sin maldad, reprimenda ni conciencia de su mala acción.

Pero no por considerarnos damas o caballeros formados debemos pecar de un grado de irresponsabilidad que pudiera, dado el caso, hacernos cometer diabólicos errores que nos lleven a consecuencias irresolubles. Somos nosotros, los licenciados en las vicisitudes de la vida, habiendo pasado o no por los universitarios centros, los que nos debemos guiar, y a la vez guiarnos, en los medios informáticos.

Cabe disculparnos por el deseo de una inmediatez en la comunicación que ofrece la Red de Redes, esa satisfacción intelectual (y no lo podremos negar, corporales también, con esos torpes tocamientos que nos deploran un gozo instantáneo y, frecuentemente, ocultos de la mirada de cónyuges). Disculpa merece, decíamos, pues, la satisfacción de la broma de mucha risa, la imagen de doncellas o donceles ligeros de ropa o la crítica justificada o no a nuestros gobernantes, que nos impulsa a cometer acciones que no se someten al juicio de nuestro intelecto más allá de la satisfacción más primaria.

Revisemos, pues, qué elementos nos permitirán gozar del llamado Caralibro, o como lo denominan en Caledonia, Britania y otras tierras, Facebook, sin caer en imprudencias que revelen datos íntimos y acechen nuestra vida más íntima:

Configúrese, vuesa merced, bien el perfil

Todos aquellos que dispongan de las necesarias credenciales para ingresar en Facebook, podrán observar, sin demasiado devanamiento de sesos, que existe una pequeña imagen a la derecha con una especie de rueda dentada, a semejanza de las que usan nuestros afamados relojeros españoles en sus intrincados y a la sazón complicados pero eficientes mecanismos. Esa imagen nos mostrará, cual aparición milagrosa, una serie de opciones dedicadas a establecer nuestra voluntad de comportamiento en la red social mencionada antes. Básica es aquella que nos permite alterar, en tanto así lo deseemos, la configuración.

No se asusten vuesas mercedes ante la cantidad de opciones que este nuestro caralibro nos plantea en este momento. Si sienten miedo, recuerde vuestra alma que el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento.

Preste atención singular a la privacidad

Cabe destacar, sin duda, aquella línea que nos ofrece, claramente, la modificación de aquellas opciones que se refieren a nuestra privacidad, claro objetivo de este humilde juglar. Allí obtendremos consuelo a la gran inquietud de nuestra intimidad, que sin duda grande será y turbará nuestra mente. Cuando más tardemos en resolverla, más turbada estará, así que glosémoslas para mayor satisfacción de todos.

Ocupa el primer lugar, no por ello el más importante, aquella opción que ofrécese como dispuesta a restringir qué prójimo observará nuestros comentarios y andanzas en la red social. Deberemos tener un especial cuidado en ello, puesto que en caso de que no deseemos proclamar cual juglar por los campos nuestras sutiles aventuras, restringir sin duda deberíamos estas intrusiones. Calibremos quién oteará sobre nosotros, desde únicamente nuestros mejores amigos a todo el público municipal y espeso que puebla la red. No cabe la menor duda a este humilde escribiente de que cuantos menos almas inmiscuyan sus ojos en nosotros, mejor será nuestra intimidad.

Dato importante cual no hay otro habrá que destacar: noten vuesas mercedes que un apartado refiérese a sus futuras publicaciones, mientras que otro a las acontecidas en el pasado. Importante distinción que no deberemos dejar caer en los brazos del más nefasto olvido.

Aquel apartado que aparece en segundo lugar trata de qué personas podrán intentar contactar con nuestra humilde condición de usuarios de Facebook. Millones de humanos parecen ser los posibles usuarios de esta invención, y a no ser que restrinjamos quiénes pueden contactar con nosotros, inundados sin duda nos podríamos ver con solicitudes de amistad de ajenos, aquellos cuya vida nos es indiferente, sus emociones lejanas y su entorno absurdamente distinto.

¡Ay de aquellos pequeños caballeretes que anhelando una mayor posición entre sus congéneres no bloqueen esta opción! No quiérase saber la cantidad de desaprensivos y malhumorados delincuentes que pueden intentar un acoso del cual les costará salir. Nunca nos cansaremos de repetir a los caballeros responsables de su educación revisen frecuentemente los colegas que contactan con sus pupilos en pos de una mayor satisfacción de todos.

Y por último pero no definitivo, establezcamos quién podrá buscarnos. Nótese la sutil diferencia con el mencionado apartado justo antes, ya que no solo es quién querrá introducir una conversación con nosotros, sino quién podrá, cual astrónomo oteando el zodiaco, intentar saber de nosotros.

¡Ay de los que simplemente desvelando su existencia en el caralibro puedan llegar a revelar elementos que no desean! Restrinjamos estas opciones, y dejémoslas tal y como dicte nuestro albedrío, lejos de fatuas intenciones infantiles de ser el más conocido en el lugar, declamando en público nuestras más personales intenciones y mostrando, sin pudor alguno, nuestra vida personal.

Dejemos que nuestra inteligencia, hábilmente entrenada por aquellos que más conocimientos adquirieron, discierna sabiamente sobre cada punto referente a nuestra vida personal, y evitemos afrentas, riñas y disgustos; en especial a aquellos más pequeños cuya experiencia todavía no les ha dictado un comportamiento digno de caballero.

Dado en la villa y corte de Madrid, el 6 de febrero del año de Nuestro Señor Jesucristo de 2014.

Nihil obstat.

Por el bachiller Don Fernando Antonio de la Cuadra y de Colmenares

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