Rumores sin verificar, bulos peligrosos y leyendas urbanas con apariencia de verdad circulan a diario en redes sociales, plataformas de vídeo y servicios de mensajería. Y aunque este fenómeno afecta a toda la población, niños y adolescentes – que en verano pasan más tiempo frente a las pantallas – son especialmente vulnerables. Con la viralización de contenidos cada vez más sofisticados y realistas, aprender a identificar la desinformación se ha convertido en una prioridad para las familias.
Desde ESET, compañía líder en ciberseguridad, subrayamos la rápida evolución de estas amenazas digitales y la necesidad de fomentar el pensamiento crítico desde edades tempranas: “Hoy en día, la desinformación ya no llega solo en forma de textos mal redactados o fuentes dudosas. Los deepfakes, imágenes generadas por inteligencia artificial o vídeos manipulados elevan el nivel de complejidad. Es imprescindible que los padres conozcan estas técnicas para poder acompañar a sus hijos en un uso seguro y consciente de la tecnología”, explica Josep Albors, director de investigación y concienciación de ESET España.
Además, con la expansión de la inteligencia artificial (IA), la desinformación ha dado un salto cualitativo y cuantitativo. Las herramientas generativas permiten crear textos, imágenes y vídeos tan realistas que resultan difíciles de distinguir de los verdaderos, incluso los bots automatizados son capaces de generar contenido viral en redes sociales, amplificando bulos o manipulando emociones.
Rumores, bulos y leyendas urbanas: ¿cómo diferenciarlos?
Aunque a menudo se agrupan bajo el término “noticias falsas”, no toda la desinformación es igual. Destacamos tres grandes categorías comunes en el entorno digital:
· Rumores: suelen empezar como comentarios sin fundamento, pero se amplifican a través del boca a boca digital.
· Bulos: contenidos diseñados de forma intencionada para engañar, asustar o estafar, como falsos sorteos o noticias falsas.
· Leyendas urbanas: historias inquietantes o absurdas, sin pruebas, que se comparten como si fueran reales. Muchas llevan años circulando en Internet.
La difusión de estos contenidos se ve intensificada por algoritmos que
priorizan lo llamativo y por la falta de mecanismos de verificación en muchas
plataformas. Algunos ejemplos especialmente virales en los últimos años
incluyen:
- El reto de la Ballena Azul, que supuestamente inducía al suicidio y generó alarma mundial pese a no haber pruebas de su existencia.
- El pollo con NyQuil, una tendencia absurda en TikTok que mezclaba comida con jarabe para la tos.
- El bulo del “Día Nacional de la Violación”, que revivió en 2024 tras circular en plataformas como TikTok en Alemania, causando miedo y reacciones institucionales.
Educar en tiempos de hiperconexión
Por todo ello te ofrecemos una serie de recomendaciones prácticas:
- Habla con tus hijos sobre lo que ven en redes y cómo pueden verificarlo.
- Consulta fuentes fiables antes de compartir contenidos alarmantes.
- Detecta señales de alerta: errores ortográficos, mayúsculas exageradas o lenguaje sensacionalista.
- Fomenta el pensamiento crítico: pregunta “¿quién lo dice?”, “¿por qué lo publica?” o “¿a quién beneficia?”.
“En un entorno donde la IA permite crear falsedades cada vez más creíbles, nuestra mejor defensa es la educación. No se trata de desconfiar de todo, sino de enseñar a mirarlo todo con lupa”, concluye Albors.