Todos los años, el segundo día de la segunda semana del segundo mes se celebra el Día de Internet Segura. Este día es hoy y, por ese motivo, vamos a aprovecharlo para promover un uso seguro y responsable de Internet, centrándonos este año en los usuarios de la llamada “tercera edad”, quienes, por gusto o necesidad, también han adoptado el uso de esta tecnología, por lo que debemos apoyarlos para que evitar que sufran una injusta discriminación digital.
Una digitalización a marchas forzadas
No vamos a descubrir nada si decimos que el periodo que llevamos de pandemia ha servido para acelerar una transformación digital que ya se inició hace unos cuantos años. En tiempo récord se aplicaron (aunque de forma mejorable) medidas para que herramientas como el teletrabajo, la educación a distancia, la telemedicina o los pagos y gestiones a través de la banca llegasen a todo el mundo durante los meses más duros del confinamiento.
Algunas de estas herramientas ya se han convertido en algo cotidiano para la mayoría de nosotros, pero, sin embargo, hay una importante parte de la población que ha visto mermada su autonomía por esta evolución acelerada. Buen ejemplo de esto es la campaña “Soy mayor, no idiota” que lleva recogidas 600.000 firmas para pedir atención humana en las sucursales bancarias.
Y es que estos dos años han servido para hacer más grande si cabe esta brecha digital que ya estaba presente antes de la pandemia y que hace que nuestros mayores, después de una larga vida trabajando, se vean aislados a la hora de intentar obtener servicios básicos porque a la hora de realizar la digitalización de los mismos, no se los ha tenido en cuenta.
Por ese motivo, y de la misma forma que como padres y abuelos nos han enseñado a manejarnos por la vida, es justo que ahora los apoyemos no solo a la hora de tratar de desenvolverse con Internet y la tecnología, sino a que tengan derecho a recibir una atención humana como se merecen y no dejarlos en la estacada en aras de un progreso que, sin ellos, no es posible.
Caldo de cultivo para los ciberdelincuentes
Y es que, desde hace ya un par de años, venimos observando como ciertas estafas y ciberdelitos se han cebado con aquellos que no habían tenido más que el contacto justo con la tecnología hasta que se vieron obligados a ello por las imposiciones derivadas de la pandemia. Así pues, no pocos jubilados tuvieron que aprender desde cero a utilizar un smartphone para poder revisar si les habían ingresado la pensión, realizar tramites con la administración y servicios médicos que, hasta ese momento, se hacían de forma presencial, o incluso para algo tan básico como seguir en contacto con sus seres queridos.
Conocedores de esta situación, los ciberdelincuentes han hecho su agosto usando técnicas aparentemente sencillas pero bien realizadas y con un único objetivo: aprovecharse de la poca experiencia de muchos usuarios mayores que empezaban a dar sus primeros pasos en Internet. Hemos visto campañas de todo tipo, desde las que suplantan a empresas de mensajería a las que se hacen pasar por nuestra entidad bancaria, y todas con la finalidad de hacerse con datos personales tales como los de nuestra tarjeta de crédito o con las credenciales de acceso a la banca online.
Si para muchos usuarios que están habituados a usar a diario dispositivos como su smartphone u ordenador para navegar por Internet y realizar sus gestiones ya es difícil lidiar con estas amenazas, imaginemos lo complicado que puede ser para un recién llegado como algunos de nuestros mayores. Algo que debemos tener claro es que, si ellos son víctimas de este tipo de ciberdelitos, no es porque sean más vulnerables per se, sino porque nadie les ha explicado debidamente cómo desenvolverse en el mundo digital.
Cambio de mentalidad
Es posible que muchos aún se sorprendan a la hora de asociar a nuestros mayores con el uso de la tecnología e Internet, pero hemos de desterrar esa imagen de persona incapaz de desenvolverse en ese terreno. Ellos, al igual que nuestros hijos incorrectamente catalogados como “nativos digitales”, dependen de que alguien les enseñe, ya sea observando e imitando comportamientos o mediante una mentorización por parte de alguien que esté acostumbrado a realizar un buen uso de aquellos dispositivos y servicios online que pueden interesarles.
De hecho, existen recursos de formación gratuitos como los que ofrece la Oficina de Seguridad del Internauta, con contenido enfocado específicamente para personas mayores. Este puede ser un muy buen primer paso, pero debe ir acompañado de un seguimiento por parte de nosotros, sus hijos y nietos, para que dejen de sentirse como peces fuera del agua.
También podemos evitar que sean víctimas de bulos que les lleguen a través de mensajes a través de aplicaciones de mensajería o redes sociales enseñándolos a verificar las informaciones antes de darles veracidad y compartirlas con sus conocidos. En este aspecto, muchos de nuestros mayores solo le dan veracidad a lo que ven, leen y escuchan en medios tradicionales como la televisión, la prensa o la radio, aunque esto no les exime de creerse un bulo que les llegue por otros canales.
Recordemos que ellos tienen mucha más experiencia vital que nosotros y es posible que nos den más de una lección a la hora de evitar estafas. No debemos olvidar que muchos de los fraudes que vemos actualmente en el mundo online no son sino una evolución o adaptación de otros más antiguos que llevan mucho tiempo realizándose en el mundo real.
Conclusión
Una fecha como la de hoy debe servir para recordar la importancia de aplicar medidas de seguridad y consejos en base a la experiencia para disfrutar de todas las ventajas de Internet mientras evitamos caer en alguno de los peligros y amenazas que también están presentes.