No, no quiero entrar en un comentario más acerca de la fusión que ya conoce medio mundo (y el otro medio que no lo conoce es que debe de estar aislado en una selva amazónica). Quiero simplemente reflexionar un poco acerca de las cifras que se manejan con la compra.
De entrada, parece que son 13.000 millones de euros. La cifra marea. Y si la ponemos en dólares, más. Y para qué hablar si son pesetas, 2.300.000.000.000. (2,29 · 1012 para los científicos). Dicho de otra manera, si pensamos en que la moneda de 1 euro mide 23,25 milímetros, esa cantidad de dinero en monedas de euro puestas en fila daría 18 veces la vuelta a la tierra.
Yo no soy economista, pero hay una cifra interesante. Si resulta que WhatsApp tiene, redondeando, 400 millones de usuarios que pagan 0,89 euros al año, los ingresos son unos 356 millones de euros. ¿Cuál es la diferencia entre lo que ingresa al año y lo que se ha pagado por ella? Otra vez una cifra mareante.
Pero esa cifra mareante es la clave. Ingresos aparte, Facebook no ha pagado por un servicio de mensajería, sino por los datos de los usuarios, por una inmensa base de datos con millones de usuarios que van a pasar a enrolarse, tarde o temprano, en las filas de Facebook. Algo parecido hizo Microsoft con Skype.
Esos datos de las personas es lo realmente interesante. Y espero que haga pensar a mucha gente acerca de lo que vale su intimidad. Desde que el malware empezó a ser un negocio (y rentable), uno de los objetivos básicos de los ciberdelincuentes es obtener la información personal de las víctimas del software malicioso.
Pocos usuarios valoran en lo que realmente vale su nombre de usuario y contraseña de Facebook, WhatsApp, Tuenti, LinkedIn o cualquiera de las múltiples aplicaciones para estar al día con nuestra vida social en la red. Facebook le ha puesto precio de manera muy clara, más allá de las especulaciones que desde el mundo de la seguridad se pudieran hacer.
Así, espero que a partir de este momento nadie ponga en duda la necesidad de proteger sus datos. Ya no es un tema de defensa de nuestra intimidad, es una clara fuente de ingresos para los delincuentes informáticos.