La noticia del fin de semana, en la que se ha visto involucrada Facebook, así como los datos de 50 millones de sus usuarios, ha provocado alerta e indignación a partes iguales. Las revelaciones, publicadas tanto en el New York Times como en el británico The Guardian, han provocado numerosas reacciones por la forma en la que se utilizaron los datos de hasta 50 millones de usuarios de Facebook por parte de una empresa, que los utilizó tanto en la campaña presidencial de Donald Trump como en la del Brexit.
Una aplicación que obtenía demasiada información
Al parecer, todo empezó en 2014 cuando se llevó a cabo un estudio sobre la personalidad de usuarios de Facebook, y que consistía en recabar información a través de una aplicación, recibiendo los voluntarios una pequeña recompensa a cambio. De esta sencilla forma, el investigador ruso Aleksandr Kogan (que por aquel entonces trabajaba en la universidad de Cambridge) logró recopilar información privada de alrededor de 270.000 usuarios de Facebook.
Según el comunicado oficial de Facebook sobre este asunto, no fue hasta 2015 que se dieron cuenta de que este investigador había quebrantado las reglas de la red social al programar la aplicación de tal modo que pudo recopilar información privada, como la ciudad de residencia o las creencias religiosas de los usuarios. Además, Facebook permitía a los desarrolladores de aplicaciones recopilar información de los contactos de aquellos usuarios que hubiesen utilizado la aplicación, consiguiendo que el total de afectados ascendiese hasta los 50 millones aproximadamente.
Todo este estudio y recopilación de información fue financiado por la empresa Cambridge Analytica, especializada en ayudar a partidos políticos a dirigir sus mensajes a votantes potenciales con mensajes basados en la información recopilada de ese usuario. Obviamente, tener a su disposición la información que 50 millones de usuarios compartían en Facebook con sus contactos era una mina de datos que no desaprovecharon.
Ahora, gracias a la confesión de Christopher Wyle, quien trabajó en esta empresa y ayudó a recopilar esta información, sabemos cómo se orquestó toda esta operación y que Facebook era consciente de la cantidad de información que la aplicación de Kogan había obtenido. En ese momento no hizo nada más allá de retirar la aplicación de su plataforma, sin informar a los usuarios afectados de lo sucedido. Es probable que se asumiera que esa información solo se iba a utilizar con los fines de investigación que Kogan había declarado y no se conociera esa transferencia de datos a la empresa Cambridge Analytica.
Protegiendo nuestra información
Esta noticia ha vuelto a poner de manifiesto el poder que tienen las redes sociales a la hora de recopilar información personal de sus usuarios y, sobre todo, el miedo a que sea compartida con empresas y usuarios no deseados. Se ha repetido muchas veces la importancia que los datos que compartimos en estas redes tienen para empresas y gobiernos (y también para los ciberdelincuentes) pero, lamentablemente, no se está haciendo todo lo necesario para protegerlos.
A la hora de publicar información en estas redes deberíamos partir de la base de que cualquier cosa que publiquemos podría hacerse pública tarde o temprano. Esto nos debe llevar a reflexionar unos segundos antes de escribir cualquier comentario, subir fotografías o dar un “Me gusta”, ya que podemos estar revelando mucha más información de lo que, en principio, pensamos.
Además, por defecto, las redes sociales están configuradas para compartir información entre otros usuarios, por lo que las políticas de privacidad suelen estar bastante relajadas o completamente desactivadas. Si echamos un vistazo a nuestra cuenta de Facebook veremos que disponemos de un panel de configuración de nuestra cuenta y en él encontraremos una opción para gestionar nuestra privacidad.
Lo ideal sería configurar nuestra privacidad para que solamente nuestros contactos más directos puedan verla, sin compartirla con nadie más. En este punto merece la pena revisar a quién tenemos agregados como contacto, y si realmente es necesario de que se entere de todo lo que publiquemos en nuestro perfil.
Además de esto, y en relación con el caso que acabamos de comentar, es importante saber qué aplicaciones tenemos vinculadas con nuestra cuenta de Facebook y qué permisos les estamos concediendo. También podemos ver qué tipo de información se llevarían de nuestro perfil nuestros contactos si utilizan una aplicación como la que usó el investigador Aleksandr Kogan, y eliminar aquellos campos que nosotros creamos privados.
Si nos fijamos en las categorías de información que puede ser obtenida de nuestro perfil por aplicaciones que se instalen nuestros contactos, veremos que estas incluyen campos muy significativos. El lugar de residencia, las actividades e intereses o la creencia religiosa, por ejemplo, son datos demasiado privados como para ir regalándoselos a la primera empresa que los solicite.
Conclusión
El caso de Facebook y la información recopilada por una aplicación para un supuesto estudio y que luego fue vendida a una empresa es solo una muestra de cómo se trafica con nuestra información. El problema es que muchos usuarios no tienen ningún problema en regalar todo tipo de información privada ni les importa lo que se haga con ella, y eso es algo grave que deberíamos cambiar lo antes posible.