Como sabes, en este blog nos ocupamos de muchos temas, ya que intentamos ayudarte a entender cómo funciona el mundo del cibercrimen y sus efectos. Seguimos manteniendo que una buena educación y concienciación en seguridad nos ayuda enormemente en nuestra labor de mantenerte protegido. Pero hay otra parte de la que también hablamos y que no tiene su origen, para nada, en una acción cibercriminal, y es el mundo de la privacidad.
A lo largo de los últimos meses os hemos ido descubriendo cómo Google se estaba quedando con todos nuestros datos y cómo los utiliza para un montón de fines, práctica que le está valiendo, por cierto, numerosas reclamaciones y demandas a lo largo del mundo. También hemos hablado de Facebook, del problema de aceptar y utilizar cualquier aplicación, y de otras redes sociales.
Pues bien, hoy, a petición de una seguidora de Twitter (gracias @MontseCreative por el consejo ;-), analizamos la popular aplicación de fotos Instagram desde el punto de vista de la privacidad. Y digo popular porque últimamente no hago más que oír hablar de ella, evidenciando que se ha puesto, sin duda, de moda. A mayor número de usuarios, más información estaremos compartiendo. El problema, como siempre en el ámbito de la privacidad, viene dado por con quién estamos compartiendo dicha información, porque si es con nuestros amigos o seguidores, que nosotros hemos aceptado, no está mal. Pero cuando nuestros datos van más allá de nuestra red de contactos y de la propia red social, el tema se empieza a complicar.
En este sentido, ya os advierto: no hay sorpresas. Si pensaste en algún momento que tus datos estaban a salvo, sigue leyendo. Y después de leer este artículo, ya dejo en tus manos la libertad de seguir utilizando la aplicación o red social bajo tu responsabilidad, pero eso sí, siendo consciente y sabiendo que todo lo que haces tiene un registro. Y todo registro de datos, tarde o temprano, se acaba compartiendo.
Un poquito de historia de Instagram
Antes de entrar en materia, vamos a contextualizar con datos la popular red social. A pesar de que es ampliamente conocida, Instagram comenzó su andadura en octubre de 2010, cuando sus creadores Mike Krieger y Kevin Systrom, inspirándose en las antiguas cámaras Polaroid instantáneas, lanzaron un servicio que en poquísimo tiempo se iba a poner de moda. Su empresa, por aquellos entonces, estaba valorada en 500 dólares. Solo un año después, ya contaban con 12 millones de usuarios, y el valor de su empresa, evidentemente, subió hasta los 20 millones de dólares. No está mal, ¿verdad?
Pues la progresión siguió, y en marzo de 2012 los usuarios alcanzaron la cifra de 20 millones, y el 3 de abril, cuando se lanzó la aplicación para Android, sus usuarios comenzaron a multiplicarse exponencialmente. Tanto es así, que el 9 de abril de este año, Facebook adquirió la red social por la friolera cantidad de un billón de dólares. Es decir, como pagar un dólar por cada foto publicada.
En la actualidad, Instagram cuenta con más de 300 millones de usuarios registrados y un billón de fotos subidas a la aplicación. Además, está obteniendo la friolera de 81 comentarios por segundo y 575 “Me gusta” también por segundo, cifras que nos hacen pensar en el gran volumen de información que se intercambia a través de esta.
Se prevé que en un futuro no muy lejano se logre llegar a los 315 millones de usuarios en dispositivos Apple y más de 300 en Android. Parece que la aventura de Instagram realmente no ha hecho más que empezar.
Por qué Facebook se fija de repente en Instagram y la adquiere no es, para nada, casual, como veremos a continuación. Primero, vamos a verificar exactamente qué datos recopila de nosotros y qué hace con ellos.
Nos leemos la política de privacidad de Instagram
Me sigue pareciendo increíble que, con el paso de los años, los usuarios sigamos aceptando acuerdos de licencia y de uso sin siquiera leerlos. Sí, ya sé, muchas veces leer este tipo de declaraciones legales es como leerte el prospecto de un medicamento: si lo haces, seguro que no lo tomas. Pero dejadme que incida en este punto.
Las políticas de privacidad son largas, aburridas, liosas, muchas veces contienen cláusulas que anulan la anterior o le cambian el sentido, otras muchas están en inglés, y un largo etcétera que he leído muchísimas veces. Pero hay que tener en cuenta una cosa: cuando aceptas unas condiciones de uso online, sean las que sean, estás firmando un contrato, en el que a cambio de la prestación de un servicio estás dando todos los datos de ti que quieras dar. Entiendo que no las leas, pero conviene ser consciente de qué aceptamos y qué no.
Por otro lado, déjame que te haga una pregunta: la inmensa mayoría de los servicios y aplicaciones más populares suelen ser gratuitas. Al menos, lo es en el caso que nos ocupa. Detrás de Instagram, hoy por hoy, hay una gran empresa: Facebook. Ya hemos visto cómo Facebook “no regala duros a pesetas”, y aunque nos vuelva locos la red social y estemos encantados con nuestros amiguetes, todos los días estamos dando nuevos datos, subiendo nuevas fotos, publicando nuevos links y un largo etcétera. Al igual que utilizar Facebook sí tiene un precio, también lo tiene el usar Instagram.
Como estamos más que acostumbrados a ver, nada en este mundo es gratis: ni siquiera lo que se mueve en la Red. En esto estaremos de acuerdo, ¿verdad?
Bien, pues ya que en la base estamos de acuerdo, vamos a avanzar un poco más adentrándonos en la Política de Privacidad (en inglés) de Instagram. Con la finalidad de que su declaración legal sea más accesible para los usuarios, los señores de Instagram (o de Facebook) ofrecen un resumen muy conciso, en el que dicen:
La tercera frase ya nos eriza el vello, ya que dice “nos autorizas a recoger [información] cuando usas algunas características de Instagram», que junto a la última frase, que traducida sería algo así como “recogemos [información] de cookies y otra tecnología”, ya nos da indicios de que hay algunos datos nuestros que se están, de momento, recopilando. Seguimos leyendo:
El uso que le dan a nuestra información es hasta justificable hasta que llegamos a la penúltima frase: “para proveerte de marketing relevante para ti”… ¿Te suena de algo esta frase? Porque a mí me recuerda muchísimo a muchos otros productos y servicios. Pero vamos un paso más allá:
Lo que, a grandes rasgos, significa que comparten nuestra información con otros usuarios a los que hemos dado permiso, con redes sociales, con los equipos de desarrollo… y con “business partners”, es decir, otras empresas o socios, que pueden incluir socios publicitarios… Así como con otros negocios que son legalmente parte del mismo grupo, como en el caso que nos ocupa, Facebook.
Vale, por lo tanto, ya tenemos una ligera idea de por dónde van los tiros: nuestra información se recoge, se almacena y se comparte… Como mínimo, con Facebook, pero también con más compañías. Vamos a ver el detalle de qué tipo de información están recopilando de nosotros:
Hasta aquí, casi normal: toda la información que estamos dándole a la aplicación… Pero, ¿esto es todo? Pues seguimos leyendo y resulta que no…
Es decir, resumiendo… Recogen 1) la información personal que les das al registrarte, 2) información analítica sobre el uso de la red, 3) información recogida a través de cookies, píxeles o tecnología similar, 4) información de logs que envía nuestro navegador, incluyendo datos como nuestra dirección IP, número de clics, cómo interactuamos con el servicio, nombres de dominio, nombres de páginas de aterrizaje, páginas vistas y toda la información derivada de nuestra interactuación con sus notificaciones vía email, y 5) información de nuestros dispositivos, como identificadores de smartphones o tablets…
¿Sabías que utilizando Instagram se recoge tanta información de ti? Bueno, ahora ya lo sabes.
Ahora lo importante es saber quién es el destinatario de dicha información y qué hacen con ella. Así que seguimos leyendo un poco más hasta que nos topamos con esto:
Donde de forma muy genérica se nos advierte que se comparte nuestra información derivada del uso de cookies, archivos de logs, identificadores de dispositivos y datos de localización con desarrolladores pero también con otras empresas de publicidad, con el propósito de que nos envíen campañas personalizadas. Aquí es donde está, verdaderamente, el centro de la cuestión, que abordaremos un poco más adelante.
Pero hay más… Según reza en esta política de privacidad, si borras información, esta desaparece de tu perfil, pero no de copias almacenadas en caché o en páginas archivadas del servicio. Eso sí, no dicen a disposición de quién están ni durante cuanto tiempo. Tampoco indican un mecanismo para poder eliminar definitivamente estos datos de sus servidores.
¿Y el usuario? Como miembro activo de Instagram…, ¿puedes elegir?
Pues… mucho me temo que no. Lo único que puedes hacer es dejar de recibir emails de promoción. Pero en ningún momento puedes, de ninguna manera, ejercer tu libre derecho de acceso a la información que se recopila sobre ti ni tampoco puedes decidir si quieres que dicha información se comparta o no. ¿Por qué? Sencillo: ese es el precio que pagas por utilizar un servicio gratuito. Y lo dicen, alto y claro:
Antes de intentar explicaros el modelo de negocio que están intentando montar por detrás y que responde a la pregunta de por qué todos estos servicios están tan obsesionados con nuestra información, vamos a echar otro vistazo ya no a Instagram, sino a la inmensa cantidad de aplicaciones y servicios que se han desarrollado a través de este.
El mundo de las aplicaciones que funcionan sobre Instagram
Como sucede con cualquier tipo de servicio que tenga éxito en la Red, Instagram ha visto cómo su fama iba seguida de la proliferación de un montón de aplicaciones externas que vienen a complementar su servicio básico. Las hay de todas las formas, tamaños y colores. Nosotros hemos seguido la lista publicada por nuestros amigos de GeeksRoom:
- SearchInstagram: buscador de imágenes de Instagram.
- Instagrid: los usuarios de Instagram pueden tener una galería en la web con sus imágenes y además ofrece la posibilidad de que los visitantes se suscriban a una feed de las imágenes a través de email.
- Instagrammin: permite pinchar imágenes de Instagram en tus pizarras de Pinterest.
- Instagram Popular Photos: compila las fotos más populares y las muestra a través de la web. Ofrece la posibilidad de ver las imágenes en tamaño regular y ver otras fotos de los usuarios.
- Gramgrab: aplicación web que muestra tu colección de fotos en Instagram. Nos deja ver los likes, la fecha de subida y qué filtro utilizaron.
- Copygram: permite ver las imágenes de Instagram de nuestra cuenta o de otros usuarios. Ofrece la posibilidad de poder seguir usuarios, comentar y ofrecer Likes. Además permite hacer un respaldo de las imágenes.
- Instamazing: podemos descubrir imágenes en tiempo real que se publican en la localidad donde te encuentres.
- Hashgram: buscador de imágenes públicas de Instagram.
- Followgram: aplicación web que mejora la experiencia del usuario de Instagram con varias funciones que esta aplicación móvil no nos ofrece.
- Extragram: otra aplicación web con varias características que permiten ver la feed de un usuario y así poder ofrecer Likes y comentar en las imágenes.
- Quickagram: permite descubrir fotos al azar en una galería o en un mapa. Clic y se ve la imagen en tamaño normal, con opciones para ofrecer Likes, comentarios y compartirlas en Facebook.
- Gramfeed: ofrece la posibilidad de dar Likes, hacer comentarios y muestra el enlace al perfil del usuario. También permite pinchar la foto directamente en una pizarra de Pinterest.
- Instarchive: simple aplicación web que permite respaldar tu colección de fotos de Instagram.
- StreetGram: con StreetGram podemos descubrir fotografías y usuarios de Instagram en distintas ciudades alrededor del planeta.
- WallGram: aplicación web con la que pueden crear un wallpaper para iPhone o iPad con imágenes de Instagram.
- Hashtagram: permite buscar imágenes de Instagram publicadas en Twitter. Esta integrado a Twitter y permite hacer RT o responder al usuario que publicó el tweet con la imagen.
- Statigram: Statigram además de mostrar imágenes de Instagram, permitir ofrecer Likes y Comentar, también ofrece estadísticas de tu cuenta.
- INK361: Ink361 es muy similar a ExtraGram, también con varias características que nos permiten dar likes, comentar en las imágenes, ver nuestra feed, ver nuestras fotos y hasta crear álbumes.
- Webstagram: otra aplicación web que permite ver tus fotos de Instagram. Permite ofrecer Likes, comentar, y seguir usuarios.
- Webbygram: todas las opciones de Instagram, pero por la web. Lo único que no ofrece es la posibilidad de seguir usuarios.
- Luxogram: Luxogram es una aplicación muy simple, para aquellos que no quieren mucha complicación. Esta aplicación les muestra su feed de fotos y además, las imágenes más populares. También permite ofrecer likes.
- Insta-Great: muestra fotos de Instagram en un timeline horizontal. Podemos buscar por hashtag, seguir usuarios y ofrecer Likes.
- Plusgram: ¿quieren ganar dinero con sus fotos de Instagram? Plusgram los deja vender sus fotografías y también comprar las de otros usuarios.
- Instabam: muestra imágenes que fueron tomadas del lugar en donde te encuentras.
- Instadash: mira las fotos de Instagram como si las vieras en las pizarras de Pinterest.
Si echamos un vistazo a estos servicios veremos varias cosas:
- Muchos de ellos solicitan que hagas login con tu usuario y contraseña de Instagram. Es decir, que al igual que sucede con el Open Graph de Facebook, cada vez que haces esto estás dando acceso a estas aplicaciones a tu perfil y, por lo tanto, a toda tu información.
- Instagram geolocaliza, y hay muchas aplicaciones que muestran en un mapa los sitios donde se han tomado las fotografías. Evidentemente, un riesgo de seguridad, si pensamos que cualquiera puede rastrearnos sin problema.
- Por último, muchos servicios recopilan fotos hechas públicas en Instagram. Es decir, que si estás pensando que tus fotos solo las ven tus amigos autorizados en Instagram, ten cuidado, porque a poco que las compartas por cualquier sitio, automáticamente aparecerán en este tipo de buscadores de imágenes.
¿Para qué quiere Instagram toda mi información?
No sé si en algún momento has oído hablar de esto que llaman la web 2.0 y la web 3.0. Yo lo suelo explicar en mis clases, y sé que son conceptos que no se llegan a comprender en toda su amplitud. La web 2.0 te resultará muy familiar, porque es aquella en la que gracias a las plataformas tecnológicas, los usuarios podemos relacionarnos entre nosotros, hablar, intercambiar, participar, interactuar y comunicarnos. Cada vez que usas Facebook, o Twitter, o Instagram, estás siendo arte y parte de la web 2.0.
En la web 2.0 todo se ordena y clasifica en base a tags o a keywords o palabras clave, como quieras llamarlo. Es lo que se llama la taxonomía de la información. Google y otros motores de búsqueda deciden qué contenido se clasifica por qué palabra clave. Luego, teniendo en cuenta otros factores, como la antigüedad del dominio, si está muy enlazado o no, la calidad del contenido, etc., dicho contenido se considera más o menos relevante y se coloca en las primeras posiciones de los motores de búsqueda o en las últimas, todo depende de lo bien que lo hagas en técnicas SEO (Search Engine Optimization) y en posicionamiento natural. Hasta aquí, seguro que te suena familiar…
Esto es lo que permite que, cuando vamos a Google, por ejemplo, y metemos una palabra clave, se nos muestren un montón de resultados. Y como todos sabemos, las webs que se posicionan mejor en este ranking son más visibles y, por lo tanto, más visitadas. Pero al final, si lo piensas bien, esto solo está dándonos resultados impersonales: da igual que a ti te gusten las botas de una marca japonesa, si no está bien posicionada y no te sabes su dirección web, probablemente nunca llegarás a su site.
Ahora pensemos por un momento en que el popular buscador sabe mucho de nosotros. Tanto que es capaz de saber, cuando buscamos “zapatos”, que lo que nos gusta son los japoneses… y en vez de darnos en primer lugar el resultado de la zapatería que mejor se lo ha currado en SEO, nos ofreciera en primer lugar el sueño de nuestra vida: los modelos de la zapatería japonesa que nos vuelve locos. Y así, con todos y cada uno de los ejemplos que se te ocurra… Mola, ¿no?
Pues a la tecnología capaz de ofrecernos contenidos acordes con nuestros gustos y nuestra forma de ser se le llama, simplificando mucho, la web 3.0.
Como seguramente te has dado cuenta, para que cualquier motor de búsqueda, red social o plataforma tecnológica nos ofrezca resultados personalizados y de acuerdo a nuestros gustos, primero tiene que conocernos, ¿verdad? Si estamos de acuerdo en este punto ya vamos cerrando el círculo de nuestro artículo.
Conocernos no significa responder a tres o a cuatro preguntas y listos. Conocernos lo suficientemente bien para estas plataformas del futuro supone que saben mucho de nosotros: desde nuestros datos personales a qué sitios visitamos, qué leemos, qué gustos musicales tenemos, qué marcas seguimos, a qué le damos “Me gusta”, cuál es nuestro plato favorito, si preferimos los contenidos en imagen o no, por dónde paseamos o pasamos nuestras vacaciones, qué música escuchamos, a qué juegos jugamos, y un larguísimo etcétera.
Piensa por un momento todo lo que has contado de ti en el tiempo que llevas en Facebook, o en Instagram…
Ahora vamos a ver el otro lado. Uno de los grandes modelos de negocio que funciona es Google Adwords. Son esos resultados patrocinados que aparecen en la parte superior y en la columna derecha del buscador cuando llevas a cabo alguna búsqueda. ¿Por qué? Por la idoneidad del anuncio. Si estás buscando “hoteles en Sevilla” y te aparecen anuncios que te ofrecen el chollo de tu vida, evidentemente vas a hacer clic. Ese clic genera un coste para el anunciante y una ganancia para Google, coste que en un alto porcentaje de las ocasiones acabará en venta con un ROI (retorno de la inversión) positivo, porque al fin y al cabo, te están ayudando a solucionar un problema (o una tarea). El éxito de este tipo de publicidad se basa en la contextualización.
Imaginemos este sistema de publicidad en el futuro, en una plataforma web 3.0: cuando llegue ese momento, el sistema por sí solo será capaz de dilucidar qué tipo de publicidad contextual y orientada van a ofrecer a cada usuario, basada en sus gustos personales. Si buscas música en Facebook y le has dado al “Me gusta” a páginas de grupos poperos, la publicidad que te va a aparecer es aquella que tenga que ver con tus gustos. Es decir, que raramente van a ofrecerte que compres un CD o que vayas a un concierto de música heavy.
Los grandes de Internet ya se pusieron hace tiempo a hacer de hormiguitas recopilando, log a log, fichero a fichero, información a información, toda la información que pueden de nosotros. ¿Y quiénes son los grandes de Internet ahora mismo? Es decir, dicho con otras palabras, ¿quién está compitiendo con quién? Pues si no lo has leído por algún lado, esto te va a sorprender…
Hoy en día, el fragor de la batalla se está librando entre Google y Facebook. Google tiene un potentísimo buscador, un sistema operativo que está haciendo las delicias de sus usuarios, un montón de servicios gratuitos que recopilan todo tipo de información, un sistema publicitario muy potente y una red social, a la que le está costando arrancar.
Facebook tiene la red social más potente del momento, con un billón de perfiles (aunque muchos sean falsos) y una actividad diaria de vértigo, a la par que un sistema publicitario dentro de la red que funciona. Pero le falta un buen buscador, proyecto en el que de momento están trabajando.
Cuando tienes ya tantísima información dentro de tu red social, información asociada a los perfiles de los usuarios, pero quieres completarla…, ¿qué haces? Comprar empresas externas como Instagram que te permita luchar contra el antiguo Picasa de Google pero que también te deje muchos más datos que añadir a los perfiles de los usuarios y que responda a preguntas como: ¿por dónde se mueve la gente? ¿Qué sitios visitan? ¿Qué tipo de imágenes les gusta? Y un largo etcétera…
Este es el panorama del futuro. El problema es que no están siendo claros con los usuarios. Evidentemente, toda evolución y progreso tecnológico es bueno, para todos. Pero este es un juego en el que no todos los jugadores participan con las cartas descubiertas. Si participas tú también, al menos sé consciente de qué quieren de ti y para qué. E idealmente, que te dejen elegir si quieres jugar o no. De esta manera, nos ponen el caramelito en la puerta del colegio, sabiendo que vamos a convertirnos en fieles consumidores del dulce gratis, sin enseñar que el intercambio no es justo, que no es oro todo lo que reluce y que estás vendiendo tu alma al diablo.
Ya, ya sé lo que estás pensando: una vez que eres consciente de qué hacen con tus datos, eres libre de elegir si juegas o no. El problema es que la primera máxima de este silogismo se cae por su propio peso, porque pocos usuarios somos conscientes de lo que pasa.
A partir de aquí, utiliza todo lo que quieras Instagram, y diviértete. Pero hazlo con conocimiento de causa y con cabeza.