Historia de un perfil de Facebook abandonado a su suerte

Todos los que disfrutaron de unos días de descanso en la pasada Semana Santa seguramente estén añorando esos momentos de relax en su lugar de descanso habitual o de emociones vividas en destinos exóticos. Sin embargo, también estamos los bichos raros que, incluso estando de vacaciones, no dejamos de investigar y encontrar cosas “curiosas” allá por donde vamos.

Si hace un par de semanas comentaba en este mismo blog, a colación del accidente del vuelo de Germanwings, cómo me encontré, sin comerlo ni beberlo, ante el sistema de ficheros del sistema de entretenimiento de un Boeing 777 en pleno vuelo, hoy analizamos algo menos crítico pero que puede ocasionar más de un problema a aquellas personas descuidadas con su privacidad.

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Las terminales y sus redes WiFi

Todos los que acostumbren a volar estarán de acuerdo en que una de las molestias de este medio de transporte son los tiempos de espera en las terminales de los aeropuertos. Podemos estar hablando de minutos o de varias horas, dependiendo de nuestra conexión y la gente, lógicamente, se aburre.

Si nos hemos cansado de visitar todas las tiendas de la terminal, comer tres veces en tres restaurantes diferentes y escuchar todas las ventajas que disponen las tarjetas de crédito o de puntos de alguna compañía aérea, y que un simpático comercial intenta vendernos a toda costa, siempre nos queda la opción de conectarnos a nuestras redes sociales y ver qué hacen nuestros conocidos.

Pero, ¿qué pasa si estamos en ese aeropuerto en tránsito, no podemos conectarnos a la red WiFi (o el precio que nos piden es demasiado elevado) y tampoco queremos arruinarnos usando nuestros datos móviles en roaming? Entonces, cualquier posibilidad de acceso a Internet de forma gratuita empieza a verse con buenos ojos.

El perfil de Facebook abandonado a su suerte

El caso que comentamos hoy es el de una usuaria que aprovechó unos terminales táctiles dispuestos en uno de los restaurantes de la terminal para conectarse a su perfil de Facebook. En este punto, si somos un poco cuidadosos con nuestra privacidad, muchos nos habríamos preguntado acerca de la conveniencia de utilizar un dispositivo ajeno, a disposición de cualquiera en un lugar público por el que pasan miles de personas al día (y algún que otro eurodiputado).

Supongamos que esa usuaria tenía algo extremadamente urgente que contar a sus contactos en Facebook y pensó que ese dispositivo con conexión a Internet puesto a su alcance era el medio ideal para ahorrarse unos euros. Ni corta ni perezosa, esta usuaria procedió a actualizar su perfil y ver qué comentaban sus amigos en Facebook con la mala fortuna o el despiste de que no cerró sesión. Así que, los que llegamos después, nos lo encontramos tal que así:

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De esta usuaria, a la que vamos a llamar por su nombre, Judy, se podría obtener mucha información a partir de su perfil. Incluso algún desalmado podría pasar un rato entretenido suplantando su identidad y haciendo que Judy tenga que dar muchas explicaciones por algún comentario desafortunado que ella no publicó.

Por suerte, siempre hay buenos samaritanos que se preocupan de la seguridad y privacidad de los demás y, si nos fijamos en el cuadro de actualizaciones veremos cómo alguien dejó mensaje listo para ser publicado indicando a nuestra amiga Judy que cierre sesión la próxima vez.

Los riesgos de dejar una sesión de Facebook abierta

Podría parecer que los peligros que corremos si dejamos una sesión abierta de Facebook al alcance de cualquiera se limitan a que alguien nos gaste una broma pesada poniendo comentarios ofensivos en nuestro nombre. No obstante la realidad es bastante peor.

Una vez tenemos una sesión de Facebook abierta sería posible acceder a otros servicios gracias a la funcionalidad de “login with Facebook” que cada vez más sitios incorporan. Es más, con la nueva característica de envío de dinero a través del servicio de mensajería de Facebook (Messenger) sería posible enviar dinero desde la tarjeta de crédito asociada a nuestra cuenta de Facebook a otro usuario. Faltaría por revisar las medidas de seguridad que Facebook implementará para evitar el uso fraudulento de esta característica pero darle el acceso a nuestro Facebook a un desconocido no parece un buen comienzo.

Conclusión

Hemos repetido muchas veces la importancia de evitar utilizar dispositivos públicos para acceder a cuentas personales de todo tipo, pero aquí va un segundo consejo: en el caso de que nos veamos obligados a hacerlo, no debemos olvidar cerrar nuestra sesión cuando hayamos terminado. Tampoco estaría de más realizar la navegación en modo privado para evitar dejar cookies de inicio de sesión en los sitios a los que accedamos. Con estas recomendaciones evitaremos tener que preocuparnos por nuestra privacidad online y disfrutar realmente de unas merecidas vacaciones.

Laura Grau y Josep Albors

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