Hace unos días, volviendo de viaje en un tren AVE, mi compañero de asiento abrió su ordenador y tuvo que ponerse a trabajar.
Eché un vistazo rápido, siempre me gusta saber qué protección antivirus tiene instalado el ordenador de un desconocido. Simple voyeurismo informático. Sin embargo, no vi nada, su pantalla tenía una lámina de protección, de manera que no se veía la pantalla a no ser que estuvieras en el ángulo adecuado. Me alegré, pensé que era una empresa preocupada por la seguridad.
No volví a pensar en mi vecino de viaje, enfrascado en la película que proyectaban, hasta que le sonó el móvil. Un compañero estaba consultándole datos sobre una promoción que iban a llevar a cabo en diversos puntos de venta. Hasta aquí todo normal, si no fuera porque me enteré de prácticamente todos los datos. Precios, unidades mínimas de compra, el regalo que iban a hacer con la promoción, los problemas logísticos de la distribución, marcas implicadas…
El sector en el que desarrolla su actividad este señor no tiene absolutamente nada que ver conmigo, pero ninguno de los dos lo sabíamos al montarnos en el tren. ¿No podría ser yo de la competencia? ¿No está dando demasiada información al resto de viajeros en el tren?
No creo que los responsables de seguridad informática de la empresa en la que trabaja el viajero indiscreto puedan hacer mejor su trabajo, ni dudo que sean unos auténticos expertos. Quizá tendrán la mejor protección antivirus (seguro que es ESET), unos estupendos sistemas de copias de seguridad, sistemas de detección de intrusos, cortafuegos dignos de un centro de inteligencia nacional… pero este inconsciente vendedor podría haber hecho que la promoción se fuera al garete por una falta de educación en seguridad.
La seguridad informática es muy importante, sí, pero… ¿son nuestros usuarios conscientes de que la seguridad de la información no es solo un tema informático?