Hace poco, os informábamos a través de este blog del cambio en las políticas de privacidad de Google y su implicación en cuanto a la recogida de información personal de todo lo que hacemos en la Red mientras navegamos. La principal “ventaja” según Google es que están trabajando en un nuevo sistema de búsquedas y publicidad contextualizada que responda de verdad a los intereses de los usuarios. Es decir, un paso más hacia la llamada web semántica o, más coloquialmente, 3.0: a través del análisis de todo lo que hacemos en la Red, el sistema nos conoce tan bien que nos ofrece resultados personalizados en nuestras búsquedas o publicidad acorde con nuestros intereses.
Pues bien, parece que ahora se ha levantado la veda y todas las grandes redes sociales andan a la caza y captura de la información personal del usuario, incluso más allá de la propia plataforma.
Facebook y su Open Graph
Lo cierto es que la noticia de Google causó mucho revuelo –evidentemente por ser Google-, pero pasamos por alto que Facebook lleva haciéndolo, a menor escala, desde hace algún tiempo. Probablemente hayas oído hablar de Open Graph, que no es más que el motor de la red social para desarrolladores que permite, entre otras cosas, poner esos botones que tanto nos facilitan la vida a la hora de registrarnos en sitios web: en vez de introducir nuestros datos personales una y otra vez, podemos hacer Login con Facebook y, automáticamente, tendremos acceso directo a ese otro portal, servicio o red.
¿Qué está pasando realmente por detrás? Lo que está sucediendo son dos cosas muy importantes, de las que no somos conscientes:
- Nuestros datos de perfil están siendo transferidos al sitio donde hemos hecho login, pasando a formar parte de la base de datos del propietario del site. Sin información de qué van a hacer con ellos, sin LOPD ni LSSI, sin muchas veces vías para darse de baja, etc.
- Y, además, nuestro registro de actividad se ha comunicado a Facebook, que guarda con nuestra información de perfil todos los datos de dónde hemos hecho login, cuántas veces, qué tipo de servicio es, etc. Y tampoco elegimos si queremos que Facebook recopile y almacene esa información nuestra o no.
Lo mismo sucede cuando navegamos por blogs u otro tipo de sitios que contienen el botón “Me gusta”: si tenemos una sesión de Facebook abierta, automáticamente la red social registra nuestra actividad y, lo que es más, la clasifica. Por ejemplo, si visitamos una web de música y le damos al “Me gusta” al último disco de Sabina, este apunte se guardará con toda la información de nuestro perfil. Y así sucesivamente…
Piensa en todo lo que haces en la Red de forma diaria y cómo interactúas con todos los plugins sociales de Facebook y tendrás más o menos visibilidad de cuánta información de ti tiene la gran red social. No olvidemos que el gran negocio de la Red, tanto para los buenos como para los malos, es la información personal.
Probablemente te estarás preguntando para qué quiere Facebook toda esa información, y la respuesta es: para lo mismo que la quiere Google. Si analizas un poquito cómo ha evolucionado la red social, podrás llegar a la conclusión de que está intentando concentrar todos los recursos dentro del mismo Facebook, intentando que el usuario encuentre todo lo que necesita dentro de la plataforma y no necesite ir a otros sitios. Veamos:
- Las empresas tienen sus páginas corporativas, y según las visitamos e interactuamos con las marcas, la plataforma va recopilando nuestros gustos.
- Tiene su propio sistema de pagos internos a través de créditos, por lo que si compramos con ellos, también sabrá Facebook qué tipo de productos son los que más nos gustan.
- Ha adquirido Gowalla como herramienta de geolocalización, así que también sabrá por dónde nos movemos físicamente.
- Ha integrado Spotify, por lo que conoce nuestros gustos musicales.
- También está en proceso de incluir Netflix, plataforma de vídeo, así que a partir de su integración sabrá qué películas y series nos gustan.
- Y un largo etcétera.
Pero además, hace escasamente una semana, Facebook, en un alarde de transparencia preparando su salida a Bolsa, confirmó que la información de los usuarios también va a servir para mostrar a los usuarios, incluso en sitios distintos a Facebook, anuncios publicitarios basados en los intereses y pasatiempos que esas personas hayan manifestado en la red de socialización. Por lo tanto, entendemos que un sistema parecido a Google Adwords se viene en ciernes, de la mano del otro gigante de Internet en esta ocasión.
Lo único que le falta a Facebook es la total integración de un potente buscador. De momento, utiliza Bing, pero con resultados bastante modestos y discretos. Una situación que estamos seguros que cambiará en breve. Y cuando cambie, Facebook necesitará, para competir con Google y con Google Plus, tener toda la información de los usuarios para ofrecer la misma búsqueda semántica, las mismas orientaciones de anuncios contextualizados y las sugerencias de amistad, información que lleva recopilando desde hace mucho tiempo.
Twitter sigue la estela de Facebook y Google
Y ahora le toca a Twitter. Exactamente de la misma manera que utilizamos los botones sociales de Facebook para hacer login o darle al «Me gusta», también existen servicios similares que utilizan los plugins de Twitter: en muchos sitios puedes hacer login con tu usuario y contraseña de la plataforma, puedes twittear noticias y artículos directamente desde las webs, etc. Pues bien, ahora lanzan lo que han llamado “Sugerencias personalizadas”.
Esta nueva funcionalidad, de momento en pruebas con un grupo restringido de usuarios, registra toda la actividad que realizamos fuera de Twitter cuando interactuamos con sus botones sociales y nos ofrece sugerencias de cuentas para seguir que tienen que ver con lo que hemos estado leyendo o twiteando. Así, y a modo de ejemplo, si visitas un sitio de cine español, Twitter comenzará a sugerirte cuentas de actores o productoras españolas que son seguidos por otros usuarios que también visitaron ese sitio en concreto.
Una cosa sí han hecho diferente, al menos: aquellos usuarios que están formando parte de este experimento tienen la opción de desactivar la opción “Personalización” desde la configuración de la cuenta de usuario, vetando de esta manera a Twitter a que recoja nuestros datos. Seguramente sucederá al igual que con otras muchas redes sociales: de tanta opción de configuración y tanto cambio, los usuarios acaban no siendo conscientes de qué está dónde, y por lo tanto, se corre el riesgo de estar dando autorización a la recogida de datos sin siquiera saberlo.
Eso sí, es de agradecer que al menos hayan implementado la funcionalidad “Do not track” como opción para aquellos usuarios que no quieren ser rastreados. Hasta ahora, solo estaba disponible en servicios de Estados Unidos como Yahoo o AOL, siendo Twitter la primera plataforma social en implementarlo, según ha anunciado la Federal Trade Commission (FTC) en el New York Internet Week privacy panel.
“Do not track”: ¿qué es?
Esta funcionalidad es todavía muy poco conocida, y menos en nuestro país. Y aunque es muy buena idea, se corre el riesgo de que pase al “limbo” del olvido porque, no nos engañemos, los seres humanos tenemos una capacidad limitada de retener información, y casi todos tenemos la cabeza en cosas “más importantes”.
El concepto es sencillo: el llamado “do not track header” es en realidad un plugin que el usuario tiene que instalar a modo de complemento en su navegador y que permite la navegación anónima, o lo que es lo mismo, estando activada permite obviar la recopilación de información del usuario. Pero para que esto suceda, el propietario del sitio web que recopila dicha información también tiene que insertar un código especial en su web.
La primera propuesta de desarrollo de este tipo de plugin nace en 2009 precisamente para otorgar libertad a los usuarios y que puedan elegir ser parte de este entramado de recogida de información o, al contrario, ser totalmente anónimos en la Red. Lo propusieron los investigadores Christopher Soghoian, Sid Stamm y Dan Kaminsky y actualmente está en proceso de estandarización por parte de W3C.
Esta funcionalidad acepta, en la actualidad, tres tipos de valores en su configuración:
- Opt out, en el caso de que el usuario quiera mantener un máximo nivel de privacidad y que nadie recopile su información.
- Opt in, si el usuario consiente que los sitios almacenen su información de actividad.
- Null, en el caso de que el usuario no haya expresado ninguna preferencia, en cuyo caso el sistema anula automáticamente el envío de datos.
Y aunque está en pleno desarrollo, ya está disponible para Mozilla, Microsoft Internet Explorer, Safari y Opera, y presumiblemente estará listo para Chrome a finales de este año. Si quieres chequear si tu navegador está soportado, te sugerimos que visites esta página.
La idea es buena, pero hace falta mucho trabajo para su implementación: 1) que todos los usuarios lo instalemos en nuestros navegadores y 2) que los propietarios de sitios web que recopilan información incluyan el código necesario para dejar al usuario la libertad de elección. Nos gusta ser soñadores, pero es demasiado dependiente de ambas partes para que esta funcionalidad sea una realidad masivamente utilizada por todo el mundo, al menos en el corto plazo. Y mientras tanto, las redes, Google y quién sabe cuántos más, siguen recopilando nuestra información.
Ojalá este u otros mecanismos se pongan en marcha rápidamente, dándonos a todos así a elegir si queremos o no compartir nuestra privacidad. Ya lo apuntábamos en anteriores artículos, y sigue siendo una realidad: hace unos años, cuando llegaban a nuestros laboratorios ejemplares que registraban la actividad de los usuarios en la Red y la guardaban y enviaban a destinos inciertos, automáticamente dichos programas o aplicaciones eran clasificados como amenaza informática, bajo la categoría spyware. Este hecho significó la bajada de muchos programas o aplicaciones incluso lícitos, como fue el caso de Alexa…
¿Deberíamos entonces las compañías de seguridad clasificar a Google, a Twitter y a Facebook como spyware? Evidentemente, no, pero están dejando a los usuarios y a su privacidad cada vez más indefensos y sin libertad de elegir.
Yolanda Ruiz