Aún recuerdo con añoranza los veranos durante mi época de estudiante, cuando en las horas centrales del día, salir a la calle era poco menos que una locura y podía dedicar un par de horas como mínimo a dos de mis pasiones: la lectura y los videojuegos. Mientras esperaba que el calor aflojase un poco (y mi madre impedían que nos bañásemos en la piscina por temor a un corte de digestión) pasábamos la sobremesa a medio camino entre las páginas que narraban las aventuras de Sherlock Holmes, Momo o la compañía del anillo y Mario, Sonic, Guybrush y otros protagonistas de videojuegos de finales de los 80 y principios de los 90.
En aquel entonces, la mayor preocupación que teníamos los que jugábamos a videojuegos era que se fuera la luz. Con unos dispositivos de almacenamiento bastante robustos basados en cintas de casete, cartuchos y disquetes, rara era la vez que no podíamos jugar por un probable de hardware (problema que muchas veces se solucionaba con un simple soplido). Mención aparte merece la resistencia de las consolas ya que, aun a día de hoy guardo algunas de ellas con más de 30 años a sus espaldas y que siguen funcionando como el primer día.
La llegada de Internet
Sin embargo, con la llegada de Internet todo cambió. Al principio, pocos fueron los juegos que se atrevieron a aprovechar las ventajas que proporcionaba esta nueva tecnología y solo a finales de los 90 empezamos a ver como surgían propuestas con relativo éxito. Ahí tenemos, por ejemplo, a Ultima Online, todo un ejemplo de que se podía crear una comunidad de jugadores online que interactuaran entre sí en un mundo virtual, aunque Starcraft y las primeras versiones de Counter Strike también supusieron una revolución en el juego online para la época.
Sin embargo, no fue hasta que entramos en el siglo XXI que las empresas relacionadas con el mundo del videojuego empezaron a aprovechar todo el potencial de Internet, tanto creando servidores dedicados para sus juegos como para atreverse con la distribución digital de contenido. La evolución siguió su camino hasta el día de hoy, donde las ventas digitales de videojuegos ya han superado a las ventas físicas, al menos en alguna de las regiones importantes como es Estados Unidos.
Esta evolución parece lógica y, aunque aún quedemos usuarios que prefiramos poder tocar un juego físicamente y que no necesite de una conexión permanente de Internet para funcionar, no se pueden negar las ventajas que han aportado a este mundillo. La posibilidad de descargar el juego desde tu casa en el mismo momento en que se pone a la venta evitando las colas en los comercios, las continuas actualizaciones que permiten corregir posibles errores y, sobretodo, la mejor del aspecto social que permite jugar con y contra otros jugadores de todo el planeta.
Problemas e inconvenientes
A pesar de todas estas ventajas, el uso que hace actualmente la industria del videojuego y los jugadores de Internet también ha traído algunos problemas. Para empezar, los buenos tiempos de introducir el cartucho/disquete/cd/dvd/etc y jugar (o como mucho, instalar y jugar) casi han pasado a mejor vida. Ahora se nos pide verificar la compra en unos servidores que en casi cualquier lanzamiento importante suelen saturarse o realizar actualizaciones que suelen coincidir con los momentos en que tenemos más ganas de jugar, por no hablar de abusivas políticas de descarga de contenido en las que las empresas desarrolladoras venden a precio completo un juego a mitad terminar y luego van añadiendo contenido a un coste adicional.
Pero en el mundo de la seguridad venimos observando desde hace años otros problemas que afectan especialmente a los jugadores. Por ejemplo, ahora que acabamos de inaugurar la época estival, son muchos los que van a dedicar más horas de lo habitual a jugar a videojuegos. Incluso más de un jugador de PC ha estado esperando estas fechas para estrenar su flamante equipo de la Master Race con esa tarjeta gráfica de cierta marca de logo verde que le ha costado un riñón y medio conseguir.
Con tanto tiempo libre por delante y las rebajas de Steam recién inauguradas, no es extraño que durante estos días veamos unos picos de conexión bastante importantes. Todo debería ir según lo previsto, contemplando algunos problemas leves de conexión durante un cierto tiempo limitado. El problema viene cuando, a todo este tráfico, se unen ataques de denegación de servicio producidos por ciertos grupos.
Ataques de denegación de servicio
Durante principios de esta semana, por ejemplo, muchos usuarios se quejaron a Blizzard de que no podían conectarse con los servidores de su juego Overwatch, publicado hace apenas unas semanas. Este problema, que podría ser derivado del éxito que está teniendo el juego, parece que tuvo su origen, supuestamente, en un ataque del grupo Lizard Squad. Los ataques de denegación de servicio son una de las herramientas de las que disponen este tipo de grupos y probablemente sea la que más molestias cause a los jugadores.
Tampoco es que este tipo de ataques sean nuevos, ya que llevan años produciéndose por parte de varios grupos. Además, saben perfectamente cuando golpear puesto que este tipo de ataques se suelen producir cuando se inicia el periodo de vacaciones estivales y las navidades. Así maximizan el número de posibles usuarios afectados y las quejas a los proveedores de servicios, ya sean Sony, Microsoft, Blizzard, Steam u otros.
La mayoría de estos ataques suelen producirse para ganar notoriedad, aunque también cabe la posibilidad de realizar extorsiones, puesto que cada hora que este tipo de servicios permanece caído son millones de usuarios descontentos y pérdidas para la empresa que los gestiona. Por si fuera poco, la complejidad de realizar uno de estos ataques es muy baja y, aun con pocos equipos, se puede causar mucho daño.
Ante esta situación los proveedores de servicios que permiten que los jugadores podamos acceder a nuestros juegos favoritos llevan tiempo intentando mitigar este tipo de ataques. Sobre como hace frente a esta situación cada uno de ellos es otra historia puesto que podemos encontrar ejemplos de todos los tipos. Lo único cierto es que los que más sufren este tipo de ataques somos nosotros, los usuarios.
Conclusión
Si has estado esperando al verano para dedicarle más tiempo a pasarte jugando frente a una pantalla buena parte de tu tiempo libre, espero que lo disfrutes lo máximo posible. Sin embargo, estate atento a posibles caídas en el servicio provocadas por este tipo de ataques y ten un plan alternativo para pasar los calurosos días y noches de verano. Quien sabe, igual descubres otros juegos a los que no les habías hecho mucho caso hasta ahora, algún libro o película que llame tu atención o incluso descubres actividades al aire libre que desconocías y que pueden ser igual de divertidas.