Dijo Machado que “todo pasa y todo queda”. Todo cambia y todo permanece, todo es nuevo y todo es viejo. Parece que ya en 1912 Don Antonio tenía que bregar con sistemas operativos. No, no he tomado ninguna sustancia extraña…
Cuando se instala un sistema operativo, la tarea no acaba casi nunca. Queda nuestro sistema, pero hay muchos cambios que hacerle. Y no me refiero a la personalización, sino a las actualizaciones. ¡Todo pasa!
El desarrollo de un sistema operativo no es una tarea fácil hoy en día. Si el sistema operativo que gobernaba un vetusto Sinclair ZX Spectrum se podía almacenar en un simple chip de memoria ROM de 16 Kb, Windows 10 necesita un DVD como soporte físico. Eso son muchísimos programas, muchísimas líneas de código, infinidad de bibliotecas, innumerables drivers… Y eso lo hacen humanos, con sus virtudes y sus defectos a la hora de programar.
Desde el momento en el que se lanza al mercado un sistema, se continúa su desarrollo, limando, mejorando y afinando cada una de sus partes. Y no solo internamente, infinidad de hackers reportan a las casas de software errores que hayan pasado desapercibidos, para que se corrijan. No siempre se hace en tiempo y forma adecuados, pero bueno, eso es otro tema.
El principal problema que conllevan las actualizaciones es que hay que instalarlas, y no hacerlo es peor. Cuando un fabricante lanza su paquete de actualización, en general son varios cientos de megas que hay que descargar e instalar. Y si hay que reiniciar el equipo, a pocos administradores les gusta que haya que reiniciar un servidor en producción, y menos que se reinicie por la noche obligándole a estar presente en muchos casos.
Y eso que el problema menor es el administrador de una red, un usuario no suele estar tan dispuesto a ocuparse de un parche que “vete a saber si lo necesito o no”. Eso lleva a acumular demasiadas actualizaciones y cuando de verdad hace falta instalarlas, la descarga es muy larga (no todos tenemos fibra óptica) y su instalación, más. Y como haya que reiniciar un par de veces el equipo, el enfado está asegurado, y en muchos casos, la reticencia a actualizar de nuevo.
Windows 10 parece que también va a avanzar en este aspecto, pero solamente es el sistema operativo. Todavía queda mucho que actualizar “a mano”, desde plugins para aplicaciones o directamente aplicaciones enteras.
Y aquí no acaba todo. ¿Y si la actualización me perjudica? No sería la primera vez que a la hora de volver a iniciar el equipo, este no arranca… O, sin ser tan negativos, haya cosas que no funcionen bien. Por ejemplo, y volviendo al tema de moda, Windows 10. Muchos usuarios de tarjetas de vídeo Nvidia han visto que los drivers no eran lo correctos. Seguro que la frase “Lo llego a saber y espero al Service Pack 1” ha sido pronunciada muchísimas veces entre los afectados. Esto, que pasa a veces, tiene fácil solución: acudir a la página oficial de Nvidia y descargar los drivers del fabricante, no los proporcionados por Microsoft. Es decir…. Actualizar sobre una actualización.
En ESET hemos avanzado mucho en este tema. Los antivirus deben ser los únicos productos que han conseguido convencer a los usuarios de la necesidad de actualizar, y tanto es así que se hace automáticamente, sin necesidad de preguntarle al usuario nada, y sin molestar. Bueno, algunos sí molestan por estar mal diseñados, pero por lo general, y más ESET, somos ligeros y discretos.
Sí, actualizar puede ser incómodo, pero es vital. Insisto en lo que dije más arriba: el software lo hacen humanos, y tiene errores. Afortunadamente, se corrigen… pero tenemos que dejar que esas correcciones lleguen y se instalen en nuestro ordenador. El funcionamiento en general del sistema y, fundamentalmente, la seguridad mejorará. Y todos viviremos más felices… ¿o no?
Fernando de la Cuadra
@ferdelacuadra