Ya, ya sé que estoy “metiendo el dedo en la llaga”. Y que si eres usuario de Mac, estarás pensando: “Ya estamos asustando… ¡¡si no hay virus para Mac!!”. Así que lejos de querer entrar en una discusión o en un alegato de defensa de por qué es necesario utilizar un antivirus, aunque tengas un Mac, déjame que te cuente un caso real de la pasada semana.
Una muy buena amiga, fotógrafa, me escribió un mensaje privado por Facebook diciéndome, muy misteriosa, “tengo un problema y eres la única que puedes ayudarme”. La verdad, pensé que tendría que abrir de nuevo el consultorio sentimental o darle ánimos profesionales… Pero no, cuando le pregunté qué le pasaba, me indicó que creía que “su Mac se había infectado”. Le contesté que si tenía un antivirus instalado que hiciese un análisis, y me contestó que no tenía antivirus pero que, además, el tema tenía más miga… Y me contó.
Vamos a aclarar que ella trabaja con su Mac: dedicándose a la fotografía profesional hace un buen uso de las herramientas de Apple. De repente, y desde hacía unos días, había comenzado, de forma misteriosa, a recibir muchos correos de spam en inglés. No le dio mayor importancia. Hasta que recibió una llamada en su teléfono móvil desde un número internacional.
Cogió la llamada. El interlocutor, en perfecto inglés, se identificó como perteneciente al soporte técnico de Microsoft. Como ella habla inglés, evidentemente, se interesó por la llamada. Tras preguntarle cuál era el motivo de su llamada, le contó que habían detectado que su ordenador podía tener virus, porque estaba recibiendo y enviando spam en inglés. Claro, ella se lo tragó inmediatamente, porque correspondía con la realidad.
El técnico de soporte se ofreció a ayudarla. Para ello, tenía que descargar una aplicación para poder acceder a su equipo: TeamViewer. Si estás acostumbrado a tratar con gente de soporte técnico, es muy utilizada, ya que es gratuita y efectiva: con el consentimiento del usuario, y con un código de identificación, el “técnico” puede acceder a tu equipo con permisos de administración, como si fueras tú mismo, y hacer lo que quiera.
Así que descargó la aplicación, le dio el código y con él, acceso a su ordenador. Tras un rato trasteando en el que ella se marchó, seguramente, a cogerse un café, el supuesto técnico pudo hacer lo que quiso, todo esto sin colgar la llamada. Cuando terminó de “hacer sus cositas”, le dijo a mi amiga que efectivamente tenía un virus, y que le recomendaba que comprase un antivirus. Y le intentó vender uno por teléfono. Mi amiga no me mencionó el nombre del antivirus, y lo más probable es que fuera falso. Para comprarlo, evidentemente, podría hacerlo en ese mismo momento por teléfono dándole los datos de su tarjeta de crédito.
En ese momento se acordó de mí, y no accedió a la compra del antivirus. Colgó al técnico no sin antes haberle agradecido su ayuda.
Y tras colgar, se quedó pensando… Ella ha estado en más de una charla mía donde siempre alerto sobre los peligros de la Red en todas sus variantes. Y de repente, se le encendió la bombilla. Y en sus propias palabras pensó: “Soy gilipollas”. Fue entonces cuando me envió el mensaje, para comprobar si efectivamente la llamada era mentira y si había hecho mal dándole acceso a su ordenador al falso técnico.
Cuando me contó esta historia, como podéis imaginar, me sonó tan familiar a otros tantos casos que le confirme que sí, que efectivamente había caído víctima de una falsa llamada de soporte técnico. Por un lado, la felicité por no haber dado los datos de su tarjeta de crédito. Pero por otro lado, la regañé por haberle dado, amablemente, acceso a su ordenador. Quién sabe lo que le puede haber hecho.
Consulté con mis compis de soporte y de laboratorio, y su recomendación fue que, para estar 100% seguros de que todo estaba en orden, que llevase su ordenador a formatear, porque un antivirus puede detectar algunas amenazas, pero quién sabía qué más podía haber hecho… Entre otras, dejar abierta una puerta trasera o…
Cuando le trasladé la recomendación, me comentó que era un gran trastorno, porque entre otras, necesitaba el ordenador para trabajar y ese era un muy mal momento para quedarse sin él. Así que instalaría un antivirus y de momento, se arriesgaría. Le di una última recomendación: que no comprara nada online desde su ordenador ni entrara a su banco, cuenta de PayPal o cualquier otra entidad financiera. Nunca se sabe…
La moraleja está bien clara: “Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”. Somos así, no sé si será parte del carácter español o una característica del ser humano. Pero si estás leyendo esto y te suena, de alguna manera, familiar porque te ha sucedido, ya sabes qué te recomendamos. Y la seguridad al 100% no existe, ni para Windows ni para Mac ni para ninguna plataforma fija o móvil.
¡¡Buena semana, trop@!!