Las noticias publicadas durante los últimos días hablando sobre la falta de privacidad en los dispositivos que usan Google Assistant ha vuelto a reabrir el debate sobre los asistentes personales que tan de moda se están poniendo. Nadie niega sus ventajas pero, ¿Cuál es el coste que estamos pagando a cambio?.
Escuchando conversaciones privadas
Esa misma pregunta se la realizaron un grupo de periodistas del medio holandés VRT NWS y la respuesta que obtuvieron no les dejó indiferentes precisamente. Recordemos que estamos hablando de dispositivos que son usados como asistentes por miles de personas en todo el mundo y que se instalan principalmente en entornos domésticos pero también en algunas empresas. Tanto los altavoces inteligentes de Google como el servicio Google Assistant instalada en millones de smartphones se encargan de recoger las peticiones de sus usuarios pero también de grabar alguna conversación privada que podría contener información delicada.
Tras analizar más de un millar de grabaciones, los periodistas pudieron comprobar como la mayoría de ellas eran peticiones de información al asistente de Google por parte de los usuarios, algo que se realiza mediante el comando de activación “Ok, Google”. Sin embargo, también observaron como 153 de las conversaciones grabadas no deberían haberlo sido, ya que no se oía la petición para activar al asistente. Es más, algunas de estas conversaciones contenían datos especialmente privados.
El problema se agrava cuando siguieron investigando y descubrieron que un pequeño porcentaje de estas conversaciones son escuchadas por personas que trabajan para empresas subcontratadas por Google. La empresa explicó que solo el 0’2% del total de conversaciones que recoge Google Assistant son analizadas por estos empleados y que se esta labor se realiza con la finalidad de mejorar el sistema de aprendizaje de reconocimiento de voz.
Nuestra privacidad en entredicho
Además, fuentes de la compañía y algunos de estos empleados de subcontratas afirman que no se recopila información que pueda ser usada para identificar a los usuarios, sustituyendo, por ejemplo, su nombre por un número de serie. Los periodistas, sin embargo, ponen en duda este mecanismo puesto que, en muchos casos, tan solo se debe escuchar atentamente a la conversación grabada para obtener la información privada del usuario.
Aunque realmente se realice todo este proceso de recopilación y análisis únicamente para mejorar las características del asistente, nos encontramos ante un dilema moral muy importante. ¿Aceptamos alegremente que estamos incluyendo un dispositivo capaz de espiarnos en nuestro propio hogar? Pues a tenor de las ventas de este y otros dispositivos similares parece que la mayoría no tiene problemas con esto.
Debemos recordar que los dispositivos con Google Assistant no son los únicos que están bajo sospecha. Hace unos meses, los dispositivos de Amazon que incorporan el asistente Alexa también fueron acusados de realizar una labor similar, grabando conversaciones que después son procesadas por personas para mejorar el sistema de aprendizaje y reconocimiento de voz.
No cabe duda de que estos dispositivos están en el centro de la polémica pero la cuestión viene de lejos y la comunidad de investigadores lleva tiempo analizándolos a fondo para comprobar como funcionan, encontrar posibles vulnerabilidades y averiguar que tipo de información obtienen de sus usuarios. Un buen ejemplo de esto es la investigación que el experto Manuel Guerra realizó hace un par de meses, precisamente practicando un análisis forense a uno de los dispositivos de Google que ahora están en el punto de mira.
Conclusión
Desde el mismo momento en que empezaron a popularizarse este tipo de asistentes no fueron pocos los que alertaron de la pérdida de privacidad que supondrían. Ahora, noticias como esta sirven para confirmar estas teorías y, aun sin disponer de uno de estos dispositivos en nuestra casa, no debemos olvidar que la gran mayoría de nosotros sí que dispone de un smartphone que es perfectamente capaz de realizar las mismas acciones y del cual no nos desprendemos prácticamente nunca.