La industria manufacturera se ha convertido en uno de los blancos favoritos del cibercrimen, debido a su alta dependencia tecnológica y al valor estratégico de su actividad. El coste de un ataque ya no se mide solo en pérdida de datos, sino también en paradas de producción, interrupciones en la cadena de suministro y pérdidas millonarias. En España, el impacto ya se ha hecho visible en incidentes recientes. El ataque contra Aceros Olarra en septiembre de este año, que obligó a interrumpir parte de su actividad, se suma a incidentes anteriores en compañías como Damm o Hero, confirmando que la amenaza es real y creciente.
Este desafío llega en un momento clave: el próximo 17 de octubre se cumple un año de la fecha límite para la transposición de la Directiva NIS2, que obliga a sectores esenciales como la industria a reforzar su gobernanza de ciberseguridad y a notificar incidentes en plazos mucho más estrictos (24 horas para un aviso inicial, 72 horas para la notificación y un informe final en un mes). En este contexto regulatorio y de creciente presión operativa, desde ESET, compañía líder en ciberseguridad, queremos subrayar la urgencia de reforzar la seguridad digital en un sector crítico para la economía española.
“Los atacantes saben que las fábricas no pueden permitirse detener su producción y que cada hora de inactividad supone pérdidas millonarias. Por eso el ransomware se ha convertido en su herramienta de presión favorita. A pesar de que este tipo de ciberataques suelen buscar la extorsión para recuperar la información robada o cifrada, las consecuencias colaterales pueden implicar la paralización total o parcial de la producción si no se han aplicado previamente medidas de seguridad como la segmentación de redes” comenta Josep Albors, director de Investigación y Concienciación de ESET España. “Debemos recordar que es importante contar no solo con un plan de detección y contingencia de ciberataques, sino también con un plan de recuperación para mitigar, en la medida de lo posible, los daños que un parón forzado en la producción pueda ocasionar” concluye.
Tecnología obsoleta y nuevos riesgos: el reto de modernizar la seguridad en la industria
Muchos fabricantes siguen viendo la ciberseguridad únicamente como un requisito de cumplimiento normativo, lo que supone un error estratégico. Cumplir con las exigencias mínimas puede servir para superar auditorías, pero no es suficiente para frenar a atacantes cada vez más sofisticados. Hoy en día, la mayoría de los incidentes en este sector se producen a través de phishing, intrusiones en sistemas o software comprometido, lo que demuestra que el enfoque basado en mínimos no protege frente al ransomware ni frente a las amenazas actuales. La ciberseguridad debe abordarse como un riesgo empresarial crítico, al mismo nivel que la seguridad laboral o el control de calidad, e implicar a la dirección y al consejo en su gestión.
Además, la realidad industrial añade un reto adicional: gran parte de la tecnología operativa está diseñada para durar décadas, lo que dificulta su renovación a pesar de que los dispositivos y sistemas se vuelven obsoletos con el tiempo. Estos equipos heredados, que aún sostienen procesos clave, representan una superficie de ataque creciente por el uso de protocolos antiguos, sistemas sin soporte o configuraciones inseguras. Para muchos fabricantes, en especial los de menor tamaño, la cuestión ya no es si actualizar o no, sino cuándo el coste potencial de un ciberincidente supera al de modernizar la infraestructura tecnológica.
Vulnerabilidades críticas y cómo reforzar la seguridad industrial
Aunque gran parte del debate sobre la Industria 4.0 gira en torno a la seguridad de los sistemas operacionales (OT), en la práctica el punto de entrada más habitual para los atacantes sigue siendo la tecnología de la información (IT). Correos de phishing, credenciales robadas o software de terceros comprometido son la “puerta principal” para iniciar intrusiones. “La industria manufacturera es especialmente vulnerable porque cualquier parada en la producción genera un gran impacto económico, las cadenas de suministro amplían la superficie de ataque y los equipos de IT suelen ser reducidos. A esto se suma que el valor de la propiedad intelectual – desde diseños hasta prototipos – convierte al sector en un objetivo prioritario para el espionaje digital”, alerta Albors.
Para hacer frente a esta situación, los fabricantes necesitan adoptar una estrategia preventiva que no solo bloquee ataques, sino que sea capaz de anticiparlos y neutralizarlos antes de que afecten a la producción. Desde ESET recomendamos a las compañías del sector reforzar su postura de seguridad con medidas clave como:
- Inteligencia de amenazas accionable: priorizar la defensa frente a tácticas de ransomware, vulnerabilidades en la cadena de suministro y amenazas persistentes.
- Supervisión continua: monitorizar endpoints, servidores y aplicaciones en la nube, extendiendo cuando sea posible la visibilidad también al entorno OT.
- Segmentación y control de accesos: separar sistemas críticos, aplicar gestión de identidades estricta y activar siempre la autenticación multifactor.
- Gestión de vulnerabilidades: mantener actualizados equipos y maquinaria mediante parches automáticos y revisiones periódicas de firmware.
- Copias de seguridad seguras: almacenar backups desconectados, con pruebas de restauración frecuentes, para minimizar el impacto de un ataque de ransomware.
El uso de tecnologías avanzadas como XDR (Extended Detection and Response) o incluso servicios de MDR (Managed Detection and Response) permite a los fabricantes, especialmente a los de menor tamaño, disponer de una defensa integral y de supervisión experta 24/7 sin necesidad de contar con un centro de operaciones propio. Con ello, el sector puede mantener una postura preventiva y garantizar la continuidad de la actividad incluso en un entorno de amenazas crecientes.